Si ya teníamos varios años padeciendo restricciones alimentarias, de medicinas y seguridad personales, ahora vamos a sufrir con mayor rigor la aplicación de otras restricciones, entre ellas, de agua, electricidad, gas, de circulación y servicios educativos.
Y esto viene como consecuencia, tanto del apoyo que la comunidad internacional brindan a la población y el liderazgo opositor, y por el revés sufrido por el régimen en las últimas elecciones. Una evidente retaliación contra los ciudadanos.
Hemos estado advirtiendo que las graves restricciones de alimentos y medicinas se están ejecutando de manera selectiva. Y esto no es nada nuevo. Ya en la antigua Unión Soviética se usó, tanto para eliminar como controlar a gran parte de la población. Igualmente se aplica en Corea del Norte y en Cuba.
Es posible que frente al aislamiento diplomático, político y comercial al que será sometido el régimen, su respuesta sea radicalizar el sistema autoritario y militarista, generando una evidente, clara y pública cara neo fascista, que abiertamente legalice actos contra la dignidad humana.
En su momento, tanto el difunto presidente Chávez como el actual, Nicolás Maduro, permitieron que cientos de miles de toneladas de alimentos y medicinas se pudrieran sin ni siquiera condenar a los verdaderos responsables de semejantes atropellos contra la seguridad alimentaria y médica.
La posterior consecuencia de semejantes actos llevaron a la estructuración de mamotretos burocráticos, como los llamados CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) donde participan abiertamente las denominadas UBCH (Unidades Bolívar-Chávez) que, evidentemente sesgan y condicionan la distribución de alimentos, por razones políticas, condenando a millones de familias, que no muestren sus simpatías por el régimen, a padecer hambre. Evidenciando un control por hambre (Holodomor o Golodomor) tal como se aplicó y aplica en los regímenes totalitarios y nazifascistas.
El régimen venezolano pareciera tener bajo control, a través de los sistemas de seguridad policial-militar, alimentos y medicinas. Pero estos solo son distribuidos a grupos y personas cercanas o que respaldan el sistema neofascista establecido.
De llegarse a comprobar que por estos años, el régimen de Maduro llegó a restringir, artificialmente, la distribución de alimentos y medicinas a la población venezolana, hecho este en verdad cruel e inhumano, sería la primera vez en Venezuela que un gobierno y sus responsables, sean acusados de crímenes de Lesa Humanidad. Y estos actos jamás prescriben.
Desde hace varios años hay evidencias de autoridades gubernamentales, tanto civiles como militares, quienes, por acción u omisión, han impedido que la población venezolana acceda a alimentos y medicinas, al dejar que se pudrieran. Estos actos de negligencia ya de por sí son moralmente condenables.
Pero matar de hambre a parte de la población, por razones políticas, como ocurrió en la Ucrania de los años ‘30s., es vergonzoso, sádico y obviamente sus responsables deben ser enjuiciados y condenados severamente.
Los tiempos que vendrán no serán nada favorables para el grueso de la sociedad venezolana. Es muy posible que el país reciba en las próximas semanas ayuda humanitaria y que esta sirva para salvar a los más vulnerables, ancianos y niños. Pero las secuelas neurológicas y psicológicas, serán irreversibles en los daños que están ocasionando a cerca del 82% de la población, según informan, tanto la Fundación Bengoa, como las universidades Central de Venezuela, Andrés Bello, y Simón Bolívar.
Nada genera tanto rechazo y repulsión como saber que se niega alimentos y medicinas a seres humanos que tanto lo necesitan. Es de humanos ser solidarios, por encima de razones políticas e ideológicas.
(*) camilodeasis@hotmail.com TW @camilodeasis