“Almagro desenmascaró los votos de la vergüenza en la OEA”

“Almagro desenmascaró los votos de la vergüenza en la OEA”

Foto: Carlos Sánchez Berzaín
Foto: Carlos Sánchez Berzaín

Al activar la Carta Democrática Interamericana pidiendo la “convocatoria a una sesión urgente del Consejo Permanente de los Estados Miembros entre el 10 y 20 de junio de 2016” para “atender la alteración del orden constitucional y como la misma afecta gravemente el orden democrático de la Republica Bolivariana de Venezuela”, Luis Almagro ha demostrado que la Organización de Estados Americanos (OEA) tiene Secretario General, ha puesto en evidencia a la dictadura venezolana, ha realizado una fundamentación de hecho y de derecho muy sólida, pero sobre todo, ha iniciado un irreversible proceso que muestra cuales son los gobiernos democráticos que están protegiendo y tolerando -por razones económicas y/o políticas- a las dictaduras del socialismo del siglo XXI. La consideración y resolución de la histórica acción de Almagro a favor de la democracia en la región, desenmascara los “votos de la vergüenza” en la OEA.

La solicitud de activación de la Carta Democrática Interamericana es un brillante instrumento jurídico y político de defensa de los principios y valores de la OEA, contiene aspectos de hecho y fundamentos de derecho irrebatibles. En sus 132 páginas, Almagro resume y documenta la situación de Venezuela y la contrasta con las disposiciones en materia de derechos humanos, democracia, justicia, regímenes constitucionales, responsabilidad en el servicio público, corrupción, división e independencia de los órganos del poder público, elecciones libres, libertad de prensa, soberanía popular, cuestiones electorales y otros aspectos hasta ahora repetidamente denunciados por las víctimas pero no aceptados y menos asumidos por autoridad o funcionario alguno del orden internacional. Reconoce oficialmente la existencia de “presos políticos” y precisa sin temor la contradicción de la democracia con la existencia de presos políticos.

Resulta muy importante su alegación de “ética en la política” citando a Desmond Tutu: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”. De esta manera Luis Almagro marca distancia de la oscura y penosa gestión de su antecesor Insulza, muestra como se debe cumplir con las obligaciones de Secretario General de la OEA y además de ser el “abogado de la democracia”, reivindica la política, la buena política, la del servicio a los mandantes, la de la previsibilidad, la de la rendición de cuentas, la de la transparencia, la del “estado de derecho” en el que ningún individuo puedo estar por encima de la ley. La petición de Almagro es un acto de valentía en la defensa de la libertad y la democracia y por eso –más allá del resultado político- se trata de un hecho histórico que reencauza la política y el rol de la OEA en la región.





La situación de Venezuela es tan grave y compleja que en este momento ya no se trata de la “alteración del orden democrático” en ese país, se trata –como lo ha publicado el Interamerican Institute for Democracy- que “la democracia ya no existe en Venezuela”. Pero aún así el efecto del pedido de Almagro ha ocasionado de un terremoto político entre los estados miembros de la OEA y un impacto terminal a las dictaduras del socialismo del siglo XXI vigentes en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que han reaccionado con todos los mecanismos de insulto, violencia, presión, infamia, propaganda, difamación, influencia y control de daños que a su alcance. No podía ser de otra manera porque han quedado en vitrina, les han tumbado la careta de democracias simuladas y los han puesto en evidencia frente a los pueblos y a la opinión pública mundial: los dictadores están desnudos.

Las acciones de defensa de la dictadura venezolana (que defienden también a Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua), ha ido desde insultos como los de Nicolás Maduro que solo han servido como actos de reincidencia y prueba de lo denunciado por Almagro, hasta operaciones diplomáticas que han hecho cambiar al gobierno argentino del presidente Mauricio Macri de su original posición de denuncia contra la dictadura venezolana a la maniobra de precipitar una reunión del Consejo Permanente de la OEA convocado y presidido por el representante de Argentina Juan José Arcuri, para emitir una resolución en la línea del castrismo que opera desde bambalinas; pero esta resolución en lugar de ayudar a Maduro, ha complicado más su situación pues ha terminado siendo un paso hacia el tratamiento de la petición del Secretario Almagro.

El socialismo del siglo XXI lucha ahora porque la reunión pedida por Almagro no se realice y para eso sería capaz hasta de hacer que lo pida la “oposición venezolana”, pero eso es imposible. Realizándose la reunión del Consejo Permanente, Almagro tiene un caso demostrado con prueba pre constituida y si el liderazgo castrista logra sumar a sus votos duros de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, los gobiernos del “Petrocaribe”, y los votos de otros países, con cualquier excusa como la de México, Argentina, Colombia, es posible que se termine sin resolución o con una resolución de rechazo. Esto significará que “la democracia no tenga aún los votos para defenderse”. Si sucede, de cualquier forma o con cualquier pretexto estaremos ante un bochornoso acto de “prevaricato”, de desconocimiento y violación de las obligaciones legales y de los principios y valores por conveniencias espurias de valor económico o político que no tardarán en cobrar su precio a los gobernantes cómplices, que serán señalados como los “votos de la vergüenza”.

Nota de prensa