A esta altura no basta con condenas retóricas a la agresión contra el líder de Primer Justicia. El gobierno tiene que destituir a los ministros responsables, a los policías, y meter en la cárcel a los que participaron directamente en un acto tan cobarde. ¿Lo hará Nicolás Maduro? Desgraciadamente para Venezuela la respuesta a esta pregunta es negativa. Nicolás Maduro escoge la vía de la deshonra.
¿Quiere la paz el chavismo? Hasta ahora celebrar elecciones representaba una salida fácil, ya no. Se requiere también encarcelar a los culpables de las agresiones.
Desde hace varios años Julio Borges no ha cejado en su afán de buscar un acuerdo pacífico y democrático a la crisis venezolana. Obviamente, hasta el momento de escribir esta nota el gobierno opta por intentar mantenerse en el poder como sea.
Hay tendencias claras dentro del chavismo, algunos no quieren dejar el poder, prefieren reemplazar los votos por las balas, convertir el gobierno en una verdadera dictadura, dejar de consultar al pueblo porque saben que perderán cualquier elección.
Como dice el periódico El País de España: “Julio Borges es uno de los políticos de mayor reconocimiento, precandidato presidencial en 2006, pero terminó apoyando la candidatura de Manuel Rosales contra Chávez… A partir del año 2000, Primero Justicia pasó a ser partido político formal y Borges se postuló como candidato de esa colectividad a la Asamblea Nacional en el 2000. En 2010 volvió a ser reelegido. En el Parlamento venezolano, ha sido una de las voces más críticas y duras contra el gobierno. Por tal motivo también ha sido uno de los más acosados. En abril de 2013, Borges sacó una pancarta para protestar por el veto de palabra que impuso el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, contra los diputados que no quisieran reconocer a Nicolás Maduro como presidente. Ese día, Borges fue quien se llevó los primeros golpes de una trifulca que tuvo lugar en el recinto del Parlamento entre diputados.
“Borges participó en el diálogo con el presidente Nicolás Maduro en Miraflores en el mes de abril de 2014, y en el que fueron garantes los cancilleres de Colombia, Ecuador y Brasil”. La prensa internacional no se engaña y describe así la situación venezolana: “Estados de excepción, movilizaciones militares, tomas de empresas paralizadas y la monserga ya rancia sobre la guerra económica o un golpe de Estado en progreso, constituyen apenas recursos retóricos que no pueden torcer, a estas alturas, una tendencia que ya resulta imparable. El otrora gobierno superpoderoso en lo económico (la chequera presta y nadando en la abundancia), con una amplia base de apoyo popular y el control absoluto del resto de los poderes, se encuentra ahora en plena ruina material y moral (la botija está vacía), sumido en la corrupción, rechazado por las grandes mayorías (a punto de un estallido social) y despojado de su dominio total ante una Asamblea Nacional declarada en rebeldía democrática y un CNE y un TSJ deslegitimados”.
¿Qué le queda, entonces, a Nicolás Maduro?
Sin embargo, en un gesto del mayor descaro, ha sido el propio Maduro quien denunciara la existencia de una conspiración nacional e internacional para derrocarlo a través de un golpe de Estado. La salida de Maduro es el referéndum revocatorio.
Maduro llegó al llegadero. ¿Lo sabe? A veces Dios ciega al que quiere perder, su final será en una Venezuela en ruina, asolada por el hambre, algo que nunca ha conocido el país en toda su historia.