El Nuevo Herald: ¿El chavismo intenta castigar a la disidencia con hambre?

El Nuevo Herald: ¿El chavismo intenta castigar a la disidencia con hambre?

(Foto EFE)
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El régimen de Nicolás Maduro dice que la medida solo busca combatir al mercado negro, pero los recién creados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) podrían convertirse en un perverso mecanismo de control social que limitaría el acceso de los opositores a los alimentos, publica El Nuevo Herald.





La iniciativa desde ya amenaza con recortar el acceso a los alimentos, en medio de lo que es visto como la peor crisis de desabastecimiento en la historia moderna del país, y expertos advirtieron que elevará los precios incluso si los CLAP solo fueron ideados con el objetivo populista en mente de recompensar al segmento poblacional que sigue siendo fiel al chavismo.

Pero expertos consultados advirtieron que los CLAP podrían llegar a tener un objetivo mucho más siniestro y adquirir características similares a las aplicadas en China, Cuba y la Unión Soviética donde el acceso a los alimentos fue usado como uno de los más crueles instrumentos para combatir a la disidencia.

“Esto lo utilizó Joseph Stalin en la Unión Soviética”, dijo desde Washington Antonio De La Cruz, presidente ejecutivo de Inter American Trends.

“En el momento en que ellos destruyen la capacidad productiva y el país pierde la de satisfacer a sus habitantes, ellos pasan a restringir el suministro para alimentar solo a sus seguidores, y lo hacen a través de agrupaciones que ellos controlan, como podrían llegar a ser los CLAP en Venezuela”, explicó.

El mensaje a la población es muy claro, continuó De La Cruz. “Si no estás conmigo, no comes”, y en países comunistas la práctica condujo a millones de muertes.

Se desconoce si el régimen bolivariano de Maduro está dispuesto a llegar hasta esos extremos.

Bajo la actual iniciativa gubernamental, parte de la distribución de alimentos de precios controlado quedaría en manos de las organizaciones comunales afiliadas al chavismo, agrupaciones que repartirían bolsas de alimentos directamente a los habitantes de las zonas donde operan.

Parte de la distribución aún quedaría en manos de los supermercados, según las últimas señales brindadas por el régimen.

Sin embargo, el instrumento que pretende recompensar la lealtad del 15 por ciento de la población que aún se mantiene fiel al chavismo —otorgándoles bocados de comida que son literalmente retirados de las bocas de la oposición — restaría la oferta de esos productos que se encuentran en los supermercados.

Según las autoridades gubernamentales, los productos de precios controlados no serán distribuidos exclusivamente por los CLAP, y estos continuarían estando disponibles en los supermercados, aunque ahora en menor proporción, en lo que acentuaría la ya grave escasez de productos.

No obstante —y tal como sucedió en algunos de los países socialistas que inspiran al proceso bolivariano de Caracas— los CLAP podrían pasar a administrar completamente el acceso a los alimentos, dejando los estantes de los supermercados totalmente vacíos.

Y el chavismo ha dejado en claro que las bolsas de comida de los CLAP son solo para sus seguidores.

En los CLAP “no puede haber escuálidos, bachaqueros [operadores del mercado negro] ni contrarrevolucionarios”, manifestó esta semana la chavista gobernadora del estado Cojedes, Erika Farías, antes de agregar que el programa para entregar alimentos también debe ser usado con fines de proselitismo político.

Los comités de abastecimiento deben aplicar una “pedagogía política” para “vencer convenciendo” a quienes no están con “el proceso”, manifestó Farías.

Pese a los planes pedagógicos del chavismo para los suministros, varios de los expertos consultados resaltaron que las CLAP no cuentan actualmente con la estructura para distribuir cantidades substanciales de alimentos.

Para el columnista David Morán, el resultado más inmediato de los CLAP será brindar nuevas oportunidades de corrupción para algunos integrantes del chavismo, que harán uso del acceso que tienen a los alimentos y colocarlos en el mercado negro, precisamente la institución informal que la medida pretende combatir.

“Los CLAP terminarán convirtiéndose en otro mercado negro adicional a los cientos de mercados negros que ha creado el gobierno, como el mercado negro de la gasolina, el mercado negro de divisas, el mercado negro de licencias y de los permisos”, expresó el columnista David Morán.

Y es allí, en el mercado negro, donde lamentablemente la crisis y el gobierno han empujado a millones de venezolanos, quienes se ven obligados a pagar hasta diez veces más por los mismos productos que antes conseguían en los supermercados.