En antagonismo a estos gobiernos democráticos y donde se garantizaba, pan tierra y trabajo para un pueblo en su conjunto, sin exclusión alguna, con aciertos y desaciertos; el 2 de febrero de 1999, asumió la presidencia de Venezuela, el señor Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, y a partir de allí comenzó el desastre de Venezuela; pues bien, fue un gobierno que enarboló banderas falsas y consignas desgastadas y en extinción, para engatusar a la gente que en la campaña presidencial de 1998, fue estafada con un supuesto proyecto de gobierno, socialista y revolucionario que decía que iba a acabar con la pobreza (que no era de magnitud elevada y éramos una de las naciones más solventes de América Latina), y lo que hizo esa frijolada de desgobierno, tanto con Chávez y ahora recrudecida con Maduro, fue acabar con el aparato productivo del país y así lograr su objetivo: Acabar con la comida de todos los venezolanos, y ahora tanto en horas diurnas como nocturnas, los estómagos de los adultos y niños roncan de hambre, y muchos dueños de esos estómagos ya reposan su descanso eterno en los campos santos, porque han muerto de mengua y de hambre.
Hoy vemos con tristeza y desesperación como a diario se producen no menos de diez saqueos al día en todo nuestro país, y aquí no es que los induce la oposición o el imperio, es un pueblo que sale desesperado a las calles en busca de algo de comida para mitigar esos estómagos con ronquidos de hambre y debilidad, y en vista de la indiferencia del presidente Maduro a más de un 70% de venezolanos, se han producido estas situaciones tan lamentables, tal y como ocurrió recientemente en el estado Sucre, donde en distintas poblaciones, el descontento y la hambruna fueron apaciguados con las balas de la represión y de la intolerancia, lo que ha generado el éxtasis de la capacidad de aguante de un pueblo sometido y chantajeado hasta para comer. Estas situaciones en efervescencia y no deseables por ningún factor político serio y con un fundamento social, que son diarios y puntuales que ya no se pueden llamar “caracazos” sino “madurazos”, pueden desencadenar un estallido de proporciones incalculables en el tiempo.
Ahora el pueblo añora a Carlos Andrés Pérez, y pide a Dios que se vaya Maduro y la farsa de la revolución, para eliminar para siempre del diccionario histórico las consignas de patria socialismo o muerte, para recapitalizar nuestras consignas adecas, pan, tierra y trabajo, porque definitivamente ¡Con AD se vive mejor!.
Bernabé Gutiérrez
Secretario Nacional de Organización
Acción Democrática
@adbernabe