Para Ingrid Betancourt, exrehén de las FARC, el cese al fuego con esta guerrilla es un “sueño que se cumple” y suscita “mucha esperanza” en un Colombia en guerra desde hace décadas, pero donde queda un “camino espinoso” para llegar a la paz.
AFP
“Es como un sueño que se cumple”, declaró Betancourt en una entrevista exclusiva con la AFP el viernes de noche, al día siguiente del acuerdo entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) y el gobierno de Juan Manuel Santos, en negociaciones de paz desde 2012.
“Tenemos que ver el futuro con mucha esperanza. ¡Pensar que podemos finalmente construir la democracia en la que tanto habíamos soñado! Es muy ‘realismo mágico’ para muchos de los que vivimos la guerra personalmente”, estimó en referencia al universo del escritor colombiano Gabriel García Márquez y a su secuestro en 2002 por las FARC, que la retuvieron durante seis años.
Ingrid Betancourt, 54 años, también subrayó la necesidad de “cambios”. “Colombia es un país minado de corrupción, que forma parte de su manera de vivir, explica el surgimiento de las mafias, la cultura de la droga, la violencia”, agregó. “Es un verdadero reto: una vez que se haya firmado esta paz, ¡podremos atacar los problemas estructurales juntos! Es a la vez una esperanza y una toma de consciencia de que queda un camino espinoso que recorrer”.
Inventar una nueva Colombia
“Mi generación nunca ha conocido el silencio de las armas”, ni siquiera “la de mis padres, nacidos en una Colombia que ya estaba en conflicto”. “Es muy fuerte para los colombianos, muy, muy fuerte”, murmuró con la voz quebrada de emoción la exparlamentaria y excandidata ecologista a la presidencia, que prepara actualmente un doctorado en Teología en Oxford, Inglaterra.
“Es una noticia extraordinaria, sobre todo para un país como Colombia, que ha vivido en guerra desde hace más de cien años”, subrayó, citando la guerra civil de los 1.000 días a principios del siglo XX, el período de La Violencia tras el asesinato en 1948 del carismático líder político Jorge Eliécer Gaitán y, finalmente, las guerrillas surgidas de insurrecciones campesinas en los años 60.
Pero “esto no significa que, de un día para otro, todo lo que ha generado el conflicto, es decir, injusticia, exclusiones sociales, problemas económicos, etc. se vaya a resolver. ¡Hay que reconstruir, inventar una nueva Colombia!”, lanzó Betancourt, también con nacionalidad francesa y hablando francés por teléfono mientras viajaba hacia Estados Unidos.
Sobre el riesgo de un recrudecimiento de la violencia, “forma parte de los desafíos” del postconflicto. “Ya vimos lo que pasó con el acuerdo de justicia con los paramilitares que negociaron su desmovilización (en los años 2000), pero una parte se desvió hacia organizaciones criminales”. “Es evidente que hace falta reforzar el Estado, pero que debe ser una consolidación del Estado democrático y no arbitrario”.
No dejar que la paz se marchite
“Lo que viene después de la firma de la paz es muy ambicioso”, recordó, porque si “los guerrilleros sienten que no tienen espacio para convertirse en ciudadanos de pleno derecho, si son rechazados (…) será un fracaso para ellos y para nosotros, la sociedad civil”.
“Este logro nos costó muchos esfuerzos, muchas muertes y no tenemos derecho a dejar que esta paz se marchite en nuestras manos. No es simplemente responsabilidad del presidente, de los jefes de la guerrilla o del gobierno. Es responsabilidad de toda la sociedad”.
El conflicto armado, que involucró a guerrillas de extrema izquierda, paramilitares de extrema derecha y grupos criminales, deja ya unos 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.
Ingrid Betancourt espera “ser útil en la reflexión hacia una verdadera reconstrucción de una nueva forma de ser colombiano”. “La ley, el apoyo de la comunidad internacional, todo esto va a ayudarnos, pero nada será tan importante como un cambio en nuestros corazones, una nueva manera de mirarnos entre colombianos como posibles compañeros (…) con las mismas responsabilidades en la construcción de este proceso de paz”.
“Haber llegado donde estamos es una prueba de que ya ha habido un cambio de corazón muy importante”. “Queda camino que recorrer, pero nos movemos en la buena dirección. Por esto tengo esperanza”, concluyó Betancourt, que no descarta regresar a Colombia para celebrar la firma del acuerdo final de paz, esperado para dentro de unas semanas.