En los pasillos de la escuela Negro Primero se siente olor a quemado, y del plantel sale una estela de humo. Pero nadie se alarma. Los niños juegan, las maestras organizan sus aulas. Otras secciones están inmersas en una clase.
Están tranquilos porque saben que el humo viene de un fogón que las madres procesadoras mantienen vivo, a falta de gas doméstico.
El almuerzo de los 470 alumnos de esta escuela estadal de la parroquia Juan de Villegas se cocina a punta de leña desde hace dos meses.
La distribuidora Paiva Gas, de Carora, alega que no ha llevado las bombonas porque en la planta no hay gas, asegura Rosa Pérez, directora de la institución.
Las madres procesadoras tomaron la iniciativa y mandaron a sacar leña de los cujíes que están dentro de la institución. Tenían que “aprovechar” que la Corporación Nacional de Alimentación Escolar (CNAE) regularizó la distribución de comida, que había sido intermitente, y les mandó arroz, caraotas, pasta y sal.