Yulianny Urdaneta lleva 12 días en el séptimo piso del Hospital Chiquinquirá. Un ventilador y dos envases plásticos, que espera con ansiedad estén llenos de comida, acompañan el dolor de la joven de 18 años por ver a su pequeño Kerwin Espinoza, de un año de edad, desnutrido y en peligro de muerte por una neumonía crónica. Así lo reseña laverdad.com
Un short verde y una franelilla celeste arropan el frágil cuerpo del inocente que parece de solo meses de nacido, por la delgadez de sus extremidades. El bebé está dormido, boca abajo reposa y respira agitado. Así pasa la mayor prte del tiempo y de vez en cuando hace un esfuerzo por levantar su cabeza para cambiar de posición, movimiento que le hace gemir con debilidad por el dolor.
Desde los dos meses de gestación, Yulianny “pasa necesidad”. Comía una sola vez al día “porque eso era lo que había”, y más de una vez le tocó comer arepa sola. Ella y Junior, su pareja, hacen lo que puede para sostener su familia, que la completa Kevin, su otro hijo de dos años. Lo que pueden, a pesar de sus propios pesares. Su padre es diabético y su madre murió hace dos meses. “Ellos viven en un ranchito chiquito en el barrio 19 de Abril, por eso nosotros no vivimos juntos, porque no cabemos”.
Urdaneta vive con su madre a pocas cuadras de Junior, cuyo padre murió. Viven “arrimadas” en la casa de su abuela paterna, de quien contó que es alcohólica y “cada vez que se emborracha nos bota de la casa”. Por esa razón, Yulianny estuvo durmiendo de casa en casa y pidiéndole a sus vecinos algo que llevar a la boca a sus hijos.
Sus ojos se llenan de lágrimas, se pasa la mano por la cara y acariciando la espalda de su pequeño, marcada por cada vértebra de la columna, cuenta: “Me parte el alma tener que darle arroz solo a mi hijo. Lo peor fue ver como cada día se ponía más flaco y no poder hacer nada, porque no tengo para comprar alimento, lo único que hago es beber mucha agua para que se pegue de la teta. Si yo no como no importa, ellos son los que importan”. Era el relato de una mujer que espera su tercer hijo.
“Estoy embarazada otra vez porque me falló la inyección anticonceptiva. Por mi cuenta, ya estoy esperando que nazca pero no sé ni qué sexo es mi bebé porque no he tenido dinero para hacerme un ecograma”.
Ella y su pequeño Kerwin estarán en el Hospital Chiquinquirá tres meses hasta estabilizarlo. Por ahora es incierta la suerte de esta muchacha y la de la criatura que viene en camino. Kerwin entre tanto, se aferra al único dueño de su vida, Dios. Con su frágil mano mantiene apretado un libro de Nuestra Señora de la Preciosísima Sangre que hace días le regaló una mujer. “No lo suelta para nada, nosotros lo único que tenemos es fe nada más”.
Ayuda
El pequeño recibe leche maternizada en el hospital y a veces también le dan comida a su madre. Antes de culminar su relato, Yulianny recibió el carrito de la comida. En un vaso le sirven un caldo transparente con fideos y en un envase de mantequilla, el alimento del pequeño. “Hoy te vais a tener que comer la sopa sin sal porque se me olvidó echarle”, le advierte la mujer que reparte la comida antes de salir.
Así son los días de esta joven madre que prefiere ver a su hijo sano que comer. Le pidió a los entes gubernamentales ayuda. Yulianny necesita una casa, leche y pañales para su bebé, que permanece en la cama 25 del séptimo piso.