El pasado 7 de junio, cuando se disponía a regresar a Caracas después de una breve estadía en Bogotá, fue capturado el capitán venezolano Yazenky Antonio Lamas Rondón. Su aprehensión desató una oleada de conjeturas sobre su aparente rol en el llamado “cartel de los soles”.
Por Norbey Quevedo Hernández para El Espectador (Colombia)
El capitán Lamas Rondón, de 36 años de edad, permanece detenido en una celda de alta seguridad en la penitenciaría de La Picota, en espera de que se resuelva su situación judicial. Según fuentes de la DEA, el oficial participó en envíos de droga a Estados Unidos y Europa, utilizando escalas en Haití, Honduras y República Dominicana. Él sostiene que sólo vino a Bogotá para concretar la adquisición de unos perros de raza, porque está dedicado al negocio de la venta de mascotas con pedigrí a diferentes destinos del mundo. Un forcejeo judicial que, según versiones internacionales, ya trascendió a lo político.
A mediados de esta semana, El Nuevo Herald de Miami (Estados Unidos) aseguró que, con el mayor sigilo, el gobierno que preside Nicolás Maduro en Venezuela le ha pedido a su homólogo en Colombia que no autorice la extradición de Lamas requerida por la justicia norteamericana. La versión provocó revuelo en medios de comunicación y redes sociales del vecino país, donde se afirma que Lamas coordinaba la salida de aviones cargados con droga y entregaba a los pilotos códigos de vuelo para que sus desplazamientos aparecieran como vuelos autorizados.
Por ahora las autoridades colombianas escasamente señalan que desde el pasado 1° de julio está en La Picota, en espera del trámite de extradición tras el requerimiento de Estados Unidos. El Nuevo Herald, que le ha dado la mayor trascendencia al caso, sostiene que Lamas fue el piloto personal de la primera dama de Venezuela, Cilia Flores, y que tiene vínculos con altos oficiales de las Fuerzas Armadas del vecino país comprometidos en acciones ilegales. Según fuentes de la justicia de Estados Unidos, Lamas obraba como un enlace aeronáutico de los narcos y existe evidencia de su responsabilidad en un embarque de droga desde el estado de Apure.
No es la primera vez que la captura de un venezolano en el país agita la diplomacia entre Colombia, Venezuela y Estados Unidos. En agosto de 2010, en Cúcuta, fue capturado el empresario Walid Makled, apodado el Turco, de quien se dijo que podía llegar a prender un ventilador para comprometer a altos funcionarios y oficiales del ejército de la nación vecina en actividades de narcotráfico. En ese momento, el presidente Santos estaba recién posesionado para su primer mandato, y fue de público conocimiento que el primer mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, insistió para que no fuera enviado a Estados Unidos, donde era requerido.
En mayo de 2011, el empresario Walid Makled fue enviado a Venezuela por las autoridades.
Al final, en mayo de 2011, Walid Makled fue trasladado en un helicóptero artillado desde la cárcel La Picota hasta el aeropuerto militar de Catam en Bogotá y entregado a las autoridades venezolanas. La versión oficial del Gobierno colombiano fue que esa entrega se realizó con apego a la ley, porque antes de la solicitud de Estados Unidos por narcotráfico, había llegado otra de la justicia venezolana por delitos más graves. Al final, el empresario Walid Makled fue condenado a 14 años y seis meses de prisión, sentencia que cumple en Venezuela por tráfico de estupefacientes y legitimación de capitales.
Otro episodio similar ocurrió en julio de 2014, cuando fue detenido en el aeropuerto Reina Beatriz, de la isla de Aruba, el general venezolano Hugo Armando Carvajal Barrios, incluido en la denominada Lista Clinton en Estados Unidos y señalado por la justicia norteamericana de tener nexos con narcotraficantes de Colombia e incluso de facilitar movimientos de las Farc en el vecino país. En ese momento la Cancillería de Venezuela reclamó al Reino de los Países Bajos la libertad del oficial para que regresara a Caracas, para evitar “el deterioro de las relaciones diplomáticas, económicas, energéticas y comerciales”.
Hugo Carvajal Barrios, general venezolano.
La detención del general Hugo Carvajal, en su momento cercano al presidente Hugo Chávez, al punto de que en 2004 fue nombrado director de Inteligencia Militar en Venezuela, provocó una dura crisis diplomática. La situación dio lugar a incontables publicaciones internacionales en las que se dijo que, durante su gestión hasta 2008, los principales capos de Colombia que habían huido del país en la era Uribe, vivían a sus anchas en Venezuela. Cuando dejó su cargo, los narcotraficantes empezaron a caer, y la mayoría de ellos terminaron en cárceles de Estados Unidos, donde aún purgan condenas.
De igual modo, proliferaron versiones según las cuales la inclusión del general Hugo Carvajal en la Lista Clinton, junto con otros militares venezolanos y altos funcionarios del gobierno, estaban relacionados con el denominado “cartel de los soles”, así llamado por la presunta participación de oficiales de las Fuerzas Armadas en los enlaces del narcotráfico. Como en el caso Makled, el asunto se resolvió con el envío de Carvajal a Caracas en pocos días. Pero esta vez fue recibido como un héroe por parte del gobierno, y el propio presidente Nicolás Maduro lo calificó como una victoria de la soberanía venezolana.
Hoy, los informes del Departamento de Estado de Estados Unidos y de la Junta Fiscalizadora de Estupefacientes de la ONU insisten en que Venezuela sigue siendo un país de tránsito para el despacho de droga desde el mar Caribe, aunque también admiten que la mayoría de esos embarques provienen de Colombia. Sin embargo, desde 2005, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) no opera en el vecino país tras ser acusada de espionaje por el entonces presidente Hugo Chávez. No obstante, la justicia norteamericana ha insistido en que el “cartel de los soles” sí existe y continúa operando.
Ahora el nuevo dilema judicial de Venezuela tiene nombre propio: el capitán Yazenky Antonio Lamas Rondón, recluido en el patio 16 del nivel 9 y la celda 7 de la penitenciaría La Picota en Bogotá. Según El Nuevo Herald, el gobierno venezolano le hizo saber a su homólogo de Colombia, durante una reciente misión oficial en Caracas, su interés en que el capitán no sea enviado a Estados Unidos, a pesar de su reclamo judicial. Fuentes consultadas por este diario manifestaron que no existe interés por hacer algún pronunciamiento concreto y que el caso será tramitado a través de los canales regulares.
Sin embargo, las versiones crecen y en el contexto de la polarización política que hoy vive el vecino país, el caso ha dado para que se diga en medios distantes del gobierno que Lamas Rondón puede ser la pieza clave para empezar a develar los tentáculos del “cartel de los soles”, al tiempo que se afirma que en sus redes sociales el oficial es muy activo para exaltar sus continuos viajes en yates, su acomodada situación económica, su negocio de sofisticadas mascotas e incluso sus actividades de santería, atribuida también al círculo chavista como una medida de protección adicional importada desde Cuba.
Cierto o no, lo real es que el oficial Lamas Rondón sí ha sido un hombre cercano al círculo directo y familiar del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y que existe preocupación para que no sea enviado a Estados Unidos. Cabe recordar que el pasado 15 de noviembre, en Haití, luego de un operativo de la DEA, fueron capturados un ahijado y un sobrino de la primera dama de Venezuela, Cilia Flores, en posesión de 800 kilos de cocaína. Los detenidos, Efraín Antonio Campo y Francisco Flores de Freites siguen presos en Nueva York, en un caso que el presidente Maduro ha calificado como un ataque del imperialismo norteamericano.