Turquía intentó asegurar el jueves a sus ciudadanos y al resto del mundo que no volverá la profunda represión del pasado, pese a que el presidente Recep Tayyip Erdogan impuso el primer estado de emergencia a nivel nacional desde la década de 1980.
Por Humeyra Pamuk y Seda Sezer/Reuters
Un legislador del principal partido opositor advirtió de que el estado de emergencia creaba “una forma de gobernar que allana el camino para el abuso, mientras las autoridades toman duras medidas contra miles de personas después del fallido golpe de Estado del fin de semana pasado.
Alemania llamó a que se ponga fin a la medida lo antes posible, mientras que un grupo de abogados internacionales advirtió a Turquía de que no use el estado de emergencia para socavar el imperio de la ley y los derechos humanos, apuntando a acusaciones de tortura y maltrato de personas detenidas.
Al anunciar el estado de emergencia a última hora del miércoles, Erdogan dijo que éste durará al menos tres meses y le permitirá a su Gobierno tomar rápidas medidas contra quienes apoyaron el golpe que intentó derrocarlo el fin de semana, en el que murieron 246 personas y cientos resultaron heridas.
El estado de emergencia le permitirá al presidente y a su Gabinete no depender del Parlamento para aprobar nuevas leyes y limitar o suspender los derechos y libertades según lo consideren necesario.
Para algunos turcos, la medida generó temor a un posible retorno de los días de ley marcial después de un golpe militar en 1980, o el ascenso de la insurgencia kurda en la década de 1990, cuando gran parte del sudeste mayormente kurdo del país estuvo bajo estado de emergencia declarado por el Gobierno anterior.
Unos 60.000 soldados, policías, jueces y profesores han sido suspendidos, detenidos o están bajo investigación desde que se mitigó el golpe.
El viceprimer ministro turco, Mehmet Simsek, quien trabajó en Wall Street y es visto como uno de los políticos más promercado del gobernante Partido AK, acudió a la televisión y a Twitter en un intento por calmar a los nerviosos mercados financieros y disipar comparaciones con el pasado.
Pero los mercados tenían menos confianza. La lira operaba cerca de un mínimo histórico, mientras que el principal índice de la bolsa cayó un 4,4 por ciento. El costo de asegurar la deuda turca contra una cesación de pagos también subía.