Un movimiento del liderazgo mundial en relación con Venezuela está en plena marcha, a fin de presionar a la oposición organizada en la MUD a sentarse a dialogar con el gobierno como vía para resolver la trágica crisis que asfixia al país. La premisa de este liderazgo, desde el Papa Francisco hasta la Unión Europea, pasando por el Departamento de Estado de USA y organizaciones como UNASUR, es que el diálogo representa la única vía pacífica y constitucional para resolver cualquier problema y la tragedia venezolana no es la excepción. Añade este liderazgo que ya existen mediadores “idóneos” para ayudar a las partes a encontrar las soluciones: los señores Zapatero, Fernández y Torrijos, nombrados por UNASUR, el parapeto financiado por el régimen venezolano y manejado por el mercenario Ernesto Samper.
El diálogo parece acercarse, ya que la MUD ha dicho que lo ve “con buenos ojos” si se incluye al Vaticano y a la OEA en el grupo de mediadores. Uno de sus líderes más importantes, Henry Ramos Allup, ha dicho lo siguiente: “Es equilibrada y proactiva la actuación del exjefe del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero como mediador para tratar de promover el diálogo entre la oposición y el Ejecutivo venezolano”. Evidentemente no escuchó al Sr. Zapatero cuando dijo que el referendo revocatorio no era importante tenerlo hoy o nunca. Y agregó Ramos: “si no dialogamos qué es lo que nos van a decir? que somos unos forajidos, que lo que queremos es guerra.. [por ello] no podemos darle la razón al Gobierno para que diga que nosotros somos los violentos ”. Ramos Allup se doblega ante lo que es claramente un acto de extorsión moral. Según él será necesario dialogar porque si no lo hacen serán acusados de querer la guerra. No le ha pasado por la cabeza a Henry que las razones para no ir al diálogo son éticas, son principistas. Henry no parece estar interesado en establecer tal posición de manera afirmativa. Se contenta con una postura defensiva en contra del chantaje de un régimen desprestigiado, corrupto, inepto y hasta ilegítimo.
Es fácil advertir la gradual transformación de la postura original de la oposición en una melcocha moral. Se dijo que habrían tres condiciones irrenunciables para que la oposición se sentara en una mesa con el régimen: la libertad de los presos políticos, la celebración del referendo revocatorio y el respeto del régimen por la Asamblea Nacional. Estas condiciones parecen haberse olvidado a nivel de la MUD, a pesar de las protestas de algunos de sus líderes. Está prevaleciendo el pragmatismo y el juego político barato por sobre la dignidad y decoro que deben mantenerse en el país.
Parece mentira que se pueda pensar en un diálogo con la pandilla que ha arruinado a Venezuela en los 17 últimos años. Es difícil imaginar la agenda para ese diálogo porque las diferencias entre las partes no son primordialmente políticas o económicas. Son primordialmente ideológicas, éticas, de filosofía de gobierno, de postura ante la vida. Pongamos un ejemplo: podría resolverse en esa mesa de diálogo el problema de la escasez de alimentos? Para resolver este problema de manera estructural es necesario establecer sus causas, no simplemente su presencia. Por qué la escasez ? Porque el régimen ha destruido el sector productor de alimentos y ello no es algo que se pueda recuperar de la noche a la mañana. Retornar las empresas a sus dueños representaría para el gobierno una derrota ideológica. De resto, la “solución” de coyuntura sería importar más alimentos ya. Pero, con qué dinero? El gobierno está financieramente quebrado. Irá al Fondo Monetario Internacional? Ello representaría una derrota ideológica.
Cada punto posible de una agenda encontrará los mismos escollos de naturaleza profunda, no simplemente estratégica. El peligro del diálogo no es tanto que el gobierno se niegue a corregir sus perversiones ideológicas. El verdadero peligro está en que la oposición le haga concesiones indebidas a esas perversiones y deje parte de su principios en la mesa. Por lo que he visto, gente como Timoteo Zambrano, Henri Falcón y Edgar Zambrano, estarían más que dispuestos a hacerlas. Los mediadores, ansiosos de ganarse el premio Nobel de la paz, estarían dispuestos a cerrar un ojo y parte del otro ante esas concesiones. El liderazgo internacional destaparía la champaña del éxito diplomático. ¡Qué gran éxito!
Solo el pueblo venezolano estaría peor que antes. No hay alternativa real a una postura digna y decorosa. Venezuela debe derrotar al régimen. No es moralmente aceptable ni estratégicamente deseable sentarse a la mesa con una pandilla de malhechores porque ello los valida como interlocutores válidos. Sentarse con ellos ya sería una derrota de la dignidad.
Quien trate de mediar entre partes que son irreconciliables por su esencia está promoviendo, sin quererlo o queriendo, arreglos deshonrosos.