Los dos bandos, el régimen y la MUD, cabe decir el G7, están estirando la liga al máximo, y que bueno que sea así, para que se rompa, para que haya un desenlace, que no sería otro para la oposición que el de remover o cambiar a este gobierno, a la fuerza, por supuesto, designio adelantado por el multitudinario “yo revoco”, para ejercer “el derecho que tiene el pueblo para cambiar las autoridades que eligió antes que expire su mandato”, “porque le han perdido la confianza”, adquiriendo protagonismo lícito la desobediencia civil, a menos que el régimen no haya perdido legitimidad, pero parece no ser el caso dado que ha cerrado las vías institucionales del cambio político porque desconoce a la Asamblea Nacional, atrasa el referendo revocatorio y solivianta al resto de los poderes públicos, pudiesen alegarse otras razones más que irremediablemente nos llevarían a los narcosobrinos y, por ende, al espinoso tema de la penetración del narcotráfico en la cúpula podrida que nos gobierna, sin olvidar la criminal corrupción.
Ante este escenario que muchos califican de incertidumbre, ante el cual se vaticina mayor deterioro, colapso total, se ha planteado también el “Abandono del cargo, como alternativa para salir de Maduro“, en este sentido, el Presidente de la Asamblea Nacional explica que Maduro ha dejado de ejercer la presidencia de la Republica, y esta es otra vía que existe en la Constitución para un cambio de gobierno, otros en sentido menos dogmático sostienen que se la pasa durmiendo en un bunker ubicado en Fuerte Tiuna, para inflar la tesis del abandono del cargo, en todo caso, la percepción es la de salir de este gobierno a como dé lugar, es decir, ¡ajuro! Y de manera anticipada. En hora y cuarto, en la que Tibisay no dijo nada pero dio a entender mucho, sin otorgar la fecha para la recolección faltante del 20% de voluntades para la activación de la consulta, se echó la suerte del régimen jugándose a Rosalinda ante la propuesta de desenlace que constituye la convocatoria para la Toma de Caracas el 1º de septiembre, como preludio de la desobediencia civil.
Gobierno que no respeta la voluntad popular es una dictadura, una verdad a voces de la cual no se ha podido deslastrar el régimen, el “Si se cumpliesen todos los requisitos solicitados la recolección de las manifestaciones de voluntades se realizaría para finales del mes de octubre“ de Tibisay no implica algo diferente que no sean los apremios de un gobierno autocrático expresados con remedos de apego a la constitucionalidad, al Estado de Derecho y de respeto al pueblo que tiene en sus manos el cambio que el gobierno trata de evitar a toda costa.
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