“Tibisay, los doños y el exterminio” Por @tovarr

“Tibisay, los doños y el exterminio” Por @tovarr

thumbnailgustavotovararroyoAguantamos el capitalismo, el socialismo

aguantamos hasta el pendejismo

aguantamos al culpable cuando se hace el inocente





aguantamos cada año a nuestro puto presidente.

Levanta el vaso y a brindar por el aguante.

Calle 13

 

El tormento

No es fácil escribir en condiciones tan adversas. Sentarse semana a semana para intentar ofrecer una interpretación detallada de nuestra agonía es atormentante.

¿Qué puede escribir un venezolano que vive este tormento? Sencillo: tormentos. Personales o nacionales, pero tormentos. En mi caso, el tormento está acompañado de una necesidad irreductible por hacer algo; no enfocarme en la queja o en el lamento, sino hacer. La pregunta es qué hacer después de escuchar las inconstitucionales y criminales declaraciones de una asesina -de la democracia- como Tibisay Lucena.

Sí, ¿qué hacer?

 

Lo que no vieron

Lástima que los histéricos doños académicos en su universal pendejismo sólo dediquen su tiempo a berrear babosadas en contra la oposición contestaría (últimamente, al fin, también sueltan algún trapo contra el “gobierno ineficiente” de Maduro), y no a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del régimen chavista. Digo “lástima” con énfasis porque los intelectualazos nuestros es lo que dan. Desde mucho antes que apareciera Chávez, por cierto.

De haber analizado la naturaleza de la revuelta chavista -como sí lo hizo Manuel Caballero- habrían observado que no se trataba de un movimiento obrero, tampoco campesino, ni proletario (nació con un golpe militar pequeño burgués), ni nacionalista (nos entregaron a Cuba), ni reivindicador de nada.

Lo que las lagañas -y el ratón permanente- impidieron ver a los histéricos doños académicos es que la naturaleza del régimen chavista es criminal.

Ni más ni menos: criminal.

 

¿Dios devastador o titán?

No por grotesco y absurdo el régimen chavista deja de ser monstruoso. La mitificación de su dios devastador: el asesino en serie Hugo Chávez Frías, lo confirma. Desde su primera presentación pública cuando dio el golpe de estado se podía anticipar de qué trataba. Hitler y Castro, entre otros, tenían los mismos antecedentes.

No sólo no trataron al criminal -y sus secuaces- con todo el rigor de la ley como merecían, sino que le facilitaron las cosas para que llegara al poder. En otros países con doños académicos y políticos menos lagañosos y cobardes, esa manada de criminales todavía estaría presa.

Pero aquí no, aquí hubo quienes perdonaron a Chávez y lo siguen haciendo. Llaman “reconocimiento de los pobres” a su desfachatez. No se atreven a llamarlo dictador, ni un juicio político o moral contra él. Nada. Ni con el pétalo de una rosa al sátrapa.

Incluso hubo quien lo llamó: titán.

  

Los profetas del desastre

En el año 2002, después de los trágicos eventos de abril, junto a Mohamed Merhi, Gonzalo Himiob, Alfredo Romero, Juan Carlos Sosa, Eduardo Meier y Antonio Rosich, alertamos al país sobre las características no sólo dictatoriales sino arraigadamente criminales del régimen chavista. Señalamos que en Venezuela la disidencia política sería perseguida, reprimida, encarcelada, torturada y asesinada (como ha ocurrido todos estos años), que las manifestaciones delincuenciales eran clarísimas y que debíamos interrumpir a tiempo lo que a todas luces sería un holocausto a la venezolana, incluso demandamos a Chávez por criminal, pero nadie o pocos nos escucharon. Nos llamaron exagerados, alarmistas, peor aún ingenuos. Sí, ingenuos. Según ellos el chavismo tan sólo era un “gobierno ineficiente”, otro más.

Para tormento nuestro, la profecía -basada en el Estatuto de Roma- se cumplió.

 

La palabra exterminio

Según el Estatuto de Roma, un régimen es criminal cuando persigue, encarcela, tortura, expropia, confisca, maltrata, deporta y extermina a la población para controlarla y conservar el poder. Básicamente lo que hemos vivido en el chavismo, y más.

Por ejemplo, la palabra “exterminio” como es definida por el propio Estatuto de Roma tiene especial relevancia para juzgar lo que sucede en Venezuela. Reza: “El exterminio comprenderá la imposición intencional de condiciones de vida, entre otras, la privación del acceso a alimentos o medicinas (cursivas mías) encaminadas a causar la destrucción de parte de una población” por razones políticas.

Ustedes me dirán si esa definición no calza perfectamente para describir el talante criminal del régimen chavista, sumada a la persecución, encarcelamiento, confiscación de propiedades y asesinato de opositores o a la vergonzosa deportación de cientos de familias colombianas.

¿Son criminales o no son criminales?

 

¿Qué hacer?

Las palabras de la criminal Tibisay Lucena buscan nuestra claudicación moral y política. Vivimos tiempos cruciales en los que los venezolanos estaremos decidiendo entre una sumisión exterminadora o la libertad. ¿Qué escogerás tú?

Hay dos maneras de salir de un régimen criminal: la violenta o la noviolenta. Hemos escogido la segunda, por civilizadora y menos traumática. Para lograrlo necesitamos a cientos de miles -qué cientos de miles, ¡millones!- de venezolanos movilizados en la conquista de su libertad. Los criminales harán todo lo que puedan para conservar su tiranía, pero unos pocos malandros jamás podrán contra un pueblo organizado y movilizado

El Revocatorio es la última causa democrática que tenemos para liberarnos. Si los criminales chavistas no nos permitiesen su realización -no lo harán- habrá que movilizarse para exigirlo. Si aún movilizados no hay consulta popular, el poder constituyente (el pueblo) tendrá que tomar las calles masivamente para ocupar los poderes constituidos (Miraflores, TSJ, CNE, etcétera).  Tiene que ser este año. En septiembre, octubre, noviembre o diciembre, pero este año.

No hacerlo nos convertiría en cómplices de nuestra propia devastación y tormento. Estamos obligados a persistir. No tenemos permiso de desfallecer. Falta poco, no hay excusas. El intenso amor por esa bella palabra que es Venezuela nos obliga.

El bravo pueblo se organiza.

Gustavo Tovar-Arroyo    @tovarr