Pero la Venezuela heroica, digna y consciente de su identidad republicana desde su nacimiento, resiente el cambio hacia atrás, al siglo XIX, y con una mayoría contundente dará el paso decisivo este mismo año 2016, y sus ciudadanos apegados en un todo a la Constitución exigiremos y ejerceremos el derecho a participar con nuestro voto en las elecciones de gobernadores, a llevar a cabo con fecha cierta el RR y a elegir un nuevo presidente. Estas acciones tendrán lugar en el 2016. Se trata de abrir la válvula con la fuerza magnífica de la movilización popular para liberar presión y la democrática manera que tiene una sociedad de enfrentar el caos que la acogota. La Asamblea Nacional debería proceder a aprobar la enmienda constitucional que corrige el error que un presidente revocado por la soberanía popular tenga la potestad de designar el vicepresidente que lo sustituya y continúe así el mismo régimen revocado. Esto no tiene sentido y hay que corregirlo de una vez sin más demoras. Nuestro reto es la reinstitucionalización del Estado para alcanzar la superación nacional, ante la subversión de la separación de poderes acometida por los pranes que hoy detentan el poder.
Para muestra un botón, todos vimos por cadena nacional de radio y televisión, el galimatías de la comadre mayor apurada y metida en una madeja de truculencias, con el fin de arrebatarle sin ni siquiera parpadear el derecho que tiene un pueblo de decidir su destino y salirse de la miseria que lo tiene atrapado, con homicidios, robos, secuestros, inflación que devora el salario, el hambre y falta de atención medica y medicinas, o sea, la tormenta perfecta.
Hasta el objetivo Ban ki-moon reconoce la espantosa crisis humanitaria que sufre Venezuela. Ya no son sólo los ex presidentes sino los presidentes en ejercicio que claman porque se nos reconozca los derechos y los lapsos establecidos por la Constitución para salir de la crisis que cada día cobra más muertes.
El burdo Ortegazo eliminó el Parlamento y sus hermanazos de la Izquierda pranática lo celebran, aunque cualquier chispita amenaza con prender la pradera. El sádico sandinista, pobre Sandino, peor que Somoza, administró la bicoca de tres mil quinientos millones de dólares que no caben en un cuarto, a su arbitrio, un despojo perpetrado al patrimonio de los venezolanos por el régimen criminal del galáctico. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!