Como los genios, Kohei Uchimura hace fácil lo difícil, se desliza de puntillas por un deporte cada vez más explosivo donde lo ha ganado todo, pero este niño que creció en el gimnasio de sus padres siempre quiso trascender los números en su obsesiva búsqueda de la belleza.
Ni su inesperado quinto puesto en la final de suelo eclipsa su paso dorado por Rio, de donde se va con los títulos más brillantes -individual y por equipos-, y con un asiento de por vida entre los dioses de la gimnasia.
Mientras aprendía a volar sobre unos aparatos que se convertirían en una extensión de su menuda anatomía, Kohei soñaba con ser Shun Fujimaki, el determinado gimnasta manga cuyas aventuras devoraba en cada entrega del cómic ‘Ganba! Fly High’.
Él también quería ser un héroe, pero con alma de artista.
“Creo que las lindas actuaciones pueden hacer que la gente, incluso quien no conoce bien la gimnasia, se emocione. El ejercicio que llega al corazón de la gente es bello y yo quiero mostrar actuaciones así”, afirmó un joven Kohei a la revista especializada International Gymnast Magazine.
El primer aviso lo dio cuando con 19 años se asomó por Pekín-2008, llevándose dos platas y los cimientos de una carrera que en Rio se ha hecho leyenda.
Desde entonces, este elegante atleta cuyo delicado cuerpo de 1,60 camufla la rocosidad de sus músculos como si la potencia no fuera cosa suya, no ha vuelto a perder cuando los seis aparatos se reúnen para elegir al gimnasta más completo del mundo.
Con sus seis títulos mundiales en ‘all around’ coronados por los oros de Londres y Rio, Uchimura ha sido el único en completar dos ciclos olímpicos perfectos, poniendo a sus pies a este deporte que ya conoció a otros genios.
“Siento una gran admiración por Kohei Uchimura. Para mí, es un fenómeno. Como exgimnasta, me impresiona la serenidad con la que aborda la competición y su capacidad para mantenerse en la cima todos estos años”, afirmó el presidente de la Federación Internacional de Gimnasia (FIG), Bruno Grandi.
– La conquista del Pacífico –
Sus movimientos de exactitud milimétrica junto a un autocontrol de acero le han valido el apodo de ‘Superman’, pero hace 27 años sus padres, ambos gimnastas, eligieron llamarle Kohei, una evocación japonesa que remite a alguien que cruzará el Pacífico.
Tres años después, aquel niño ya correteaba por el gimnasio familiar, como Fujimaki en sus cómics.
“Al haber comenzado como un juego, el sentimiento de que la gimnasia es interesante y divertida lo tengo muy arraigado”, ha dicho.
Uchimura, sin embargo, rara vez muestra sus emociones. La excepción se oyó en Rio con el grito que lanzó al certificar la victoria por equipos de Japón, un oro que llevaba años obsesionándole. Japón volvía de su mano a la cumbre de la que él pensaba que nunca debió bajar.
Dos días más tarde, en la dramática decisión que acabó dándole el oro individual en el último suspiro, Uchimura prefirió quitarse las vendas de las manos mirando a la pared mientras el ucraniano Oleg Verniaiev se colgaba de la barra fija con la gloria al alcance las manos.
Los sólidos cimientos del reino de ‘King Kohei’ se tambalearon por momentos, aunque todavía no ha llegado quien los derrumbe.
Ópera en el gimnasio
Reservado y aliado de la tranquilidad, a ‘King Kohei’ le gusta el silencio en los estadios, un clima de ópera que no encontró en el pasado Mundial de Glasgow, donde incluso llegó a quejarse, y todavía menos en la ruidosa Arena Olímpica de Rio.
Sus triunfos, sin embargo, le han convertido en una celebridad en su país, donde las marcas le persiguen, aunque poco se conoce de su vida fuera del tapiz, además de que está casado y tiene dos hijas.
En Rio se supo, sin embargo, que sus aficiones son humanas cuando trascendió que su adicción al juego de moda Pokemon Go le había costado un disgusto de 500.000 yenes (unos 5.000 dólares), víctima de las altas tarifas móviles en el extranjero.
Pero dentro del gimnasio, vuelve a ser Superman.
Tras su duelo cuerpo a cuerpo del miércoles, el ucraniano Verniaiev le colocó a la altura de dioses olímpicos como Phelps y Bolt, uno de los ídolos de Uchimura, que admira esa actitud burlona con la que el jamaicano se come los récords.
Ahora, su próximo desafío será defender su imperio en casa dentro de cuatro años, el broche soñado para una carrera genial. Eso sí, con belleza.
Sus padres tenían razón, Kohei ha cruzado el Pacífico. AFP