Con un país en bancarrota y escaso apoyo popular, Nicolás Maduro está lejos de igualar su situación política con la de Recep Tayyip Erdogan, el hombre fuerte que gobierna Turquía desde 2002 y que había logrado, al menos hasta los sucesos de julio, un crecimiento sostenido de la economía, atraer las inversiones extranjeras y mantener bajo control la inflación.
La purga iniciada tras la intentona fallida de golpe de Estado, ha colocado al presidente turco como el modelo a seguir por Maduro, que en su afán de hacerse respetar dentro de sus propias filas, amenaza con iniciar “limpieza” interna. Con una pequeña diferencia, en Turquía nadie duda que el poder lo tenga Erdogan, ni antes, ni mucho menos ahora.
Tal como los niños que aspiran a ser como sus superhéroes, Maduro encontró un “superpresidente” que quiere igualar. El “sultán”, como lo llaman sus opositores, ha emprendido una razia sin precedentes en la historia del país transcontinental, que ha dejado como saldo más de 40 mil detenciones, el cierre de más de 130 medios de comunicación y una persecución criminal contra la empresa privada a la cual se acusa de “financiar el terrorismo”.
Esta semana el “pequeño Nicolás” amenazó con dejar en pañales a Erdogan si alguien se atreve a sacarle la silla. Vale la pena preguntarse ¿Hacía quién va dirigido el mensaje? Un gobierno tan débil, que se ha hecho adicto dependiente a los militares, tiene mucho que temer, no de la oposición, que no tiene armas y lo que demanda son elecciones democráticas, sino de su propia base de apoyo, que al no devenir del pueblo, se debe a la lealtad de los cuarteles, y es bien conocida es la máxima que dice: Los militares son leales hasta que dejan de serlo.
A esto se le suma la “candidaturitis” aguda en las filas chavistas, cosa que en tiempos del expresidente era impensable, porque nadie dudaba de su liderazgo a lo interno. El propio Juan Barreto, que podrán acusar de todo menos de opositor, dijo que Diosdado Cabello, Miguel Rodríguez Torres y Tareck El Aissami estaban en la carrera presidencial. Lo que no dijo era si para el 2019 o antes. La verdad es que con esos candidatos, todo se pudiera esperar.
La pretensión de Maduro de convertirse en el “Erdogan tropical”, no obstante, no hay que subestimarla. Terminará siendo el pueblo la principal víctima de una eventual purga dentro del chavismo. Por lo pronto, habrá que agarrar palco para ser testigos hasta dónde llega esta lucha endógena por el poder.
Brian Fincheltub
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