A decir de un prestigioso medio de comunicación de ese país, aquél dirigente habría afirmado que “por órdenes del presidente (…) fueron llamados los ministros de alimentación, empresas básicas, despacho, finanzas y del trabajo para darles instrucciones varias de los pasos a seguir sobre el caso de empleados públicos de confianza que han sido involucrados con la oposición“,yreveló que a los titulares de esasministerios se les había entregado lalista de los funcionarios que, en nivel directivo, cooperaronenla recolección de firmas.
Aunque el controvertido Defensor del Pueblo de ese país, acusado más recientemente por nepotismoyde ser parte del núcleo íntimo del partido oficialista, ha afirmado que los trabajadores no deben ser despedidos por razones políticas y se les debe respetar el derecho al trabajo, durante su gestión ha hecho muy poco como para confrontarse contra las medidasdelgobierno.
Claro está, que la presidencia chavista se ha procurado de instituciones democráticas dirigidas por dóciles correligionarios que se someten al caprichoso imperio de un delirante presidente que cree que aquella mal llamada revolución se encuentra destinada a su perpetuidad. No recuerdo en lascrónicasque alguna dictadura, que pretende eternizarse en el poder doblegando la voluntad popular, pueda enriquecer a un pueblo y forjar mejores escenarios para lograr el bien común.
La perpetuidad en el poder y su relación con la pobreza resulta una palpable evidencia en Venezuela: la escasez de alimentos y medicinas, la alarma sanitaria, la creciente delincuencia y la altísima inflación, entre otros tantos graves problemas, me lleva siempre a preguntarme ¿por qué estos dictadorzuelos y susadictos, además del lucro personal,pretendenperpetuarse en el poder público cuando la memoria nos revela invariablemente sus nefastos destinos? ¿por qué se quedan atrapados cuando se nos advierte que la historiaacaba reclamándoles unfatal final?
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