El Senado de Brasil inició este jueves el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, que salvo sorpresas de último momento, pondrá fin a su gobierno de forma definitiva.
“Declaro abierto los trabajos”, dijo el presidente de la Corte suprema de justicia, Ricardo Lewandowski, que encabeza el proceso. Los senadores se transforman en jueces y deben dejar de lado posiciones ideológicas, partidarias y personales, añadió.
Bajo el comando del presidente de la corte suprema de justicia, el pleno de 81 senadores decidirá si esta exguerrillera de 68 años, deberá dejar la presidencia por autorizar gastos a espaldas del Congreso y manipular las finanzas públicas.
“Con la misma fuerza que luché contra la dictadura militar y ganamos porque recuperamos la democracia, de esa misma manera vamos a luchar para profundizar la democracia ahora en nuestro país. Tenemos que tener esperanza”, dijo la mandataria el miércoles por la noche durante un acto partidario en Brasilia.
La destitución de la primera presidenta mujer de Brasil terminaría con más de 13 años de gobierno del Partido de Trabajadores (PT), que fundó Luiz Inacio Lula da Silva, el político que encarnó el despegue de Brasil, el éxito de la lucha contra la pobreza y que dejó el poder con una economía pujante y una popularidad sin precedentes.
Pero eso ya quedó en el recuerdo. La mayor economía de América Latina se contrajo 3,8% en 2015 y proyecta caer otro 3,1% este año. Un desempleo que supera los 11 millones de personas, inflación y un rojo fiscal de más de 45.000 millones de dólares completan el cuadro del gigante sudamericano.
Y la confianza en Brasil se precipitó de la mano de una crisis política marcada por masivos escándalos de corrupción.
“Ni siquiera sé si Dilma ya salió o sigue como presidenta y tampoco sé si con o sin ella habrá mucha diferencia”, se lamentó Miralva de Jesús Santos, 58 años, una costurera desempleada residente en la periferia de Sao Paulo.
Las sesiones para la fase más dramática de este proceso comienzan pocos días después del cierre de los Juegos Olímpicos de Rio-2016, los primeros en Sudamérica. Fue precisamente Lula quien batalló para traer los Juegos a Brasil.
El fallo que cerrará un traumático proceso iniciado el 2 de diciembre del 2015 no pasará del 31 de agosto, según el cronograma fijado.
Pero podría adelantarse si prevalecen los esfuerzos de los aliados de Michel Temer, el vicepresidente que sucederá a Rousseff.
Los sondeos indican una tendencia prácticamente irreversible en favor de la destitución, que requiere de una mayoría especial de 54 votos (dos tercios).
En las primeras dos sesiones, del jueves y viernes, serán interrogados los seis testigos de la defensa y los dos de la acusación.
– Alegato final –
Rousseff, figura clave del PT irá personalmente al Senado para dar su alegato final el lunes 29, como paso previo al debate de los senadores y la votación dentro de las siguientes 48 horas.
La mandataria denuncia ser víctima de un golpe orquestado por Temer, del PMDB, quien fue su compañero de fórmula en 2014 para ganar la elección.
Después de quejarse por ser un “vice decorativo”, Temer se plegó a un movimiento político de impronta conservadora forjado en el Congreso y que fue ganando espacio a medida que el país se sumía en el descontento social.
La tormenta perfecta la desencadenó el caso Petrobras al exponer una corrupción gigantesca en la clase política brasileña.
Altamente impopular, aislada y desconectada de sus bases, Rousseff debió abandonar el Palacio de Planalto para recluirse en la residencia presidencial y organizar su defensa.
La metralla de acusaciones del caso Petrobras golpeó de lleno al PT y llegó hasta el propio Lula (2003-2010).
En caso de ser sentenciada, Rousseff quedará inhabilitada para ocupar cargos públicos por ocho años. Si es absuelta, esta economista de carácter estoico y que militó en una guerrilla marxista durante la dictadura (1964-1985), recuperará su gobierno.
– “Golpe de Estado”-
La defensa de Rousseff sostiene que no hay pruebas concretas para condenarla y tilda al impeachment de un “golpe de estado”, “un proceso que nació de cuatro derrotas electorales”.
Temer asumirá un país con los mismos problemas que erosionaron a su exaliada: un partido alcanzado por la corrupción -también el PMDB es uno de los grandes investigados en la red de sobornos de la petrolera-.
Es que nadie se escapa: de los 81 senadores, más de la mitad tienen cargos o están bajo investigación por causas de corrupción.
El cese temporal de Rousseff ha generado esperanza y algo de confianza a nivel internacional. Pero Temer -que arranca con una popularidad de apenas 14%- deberá tomar medidas amargas.
Dilma intentó promover recortes en el gasto público desde inicios de su segundo mandato, pero lo único que logró fue perder a gran parte de sus simpatizantes.
En los próximos días, Rousseff estará cara a cara con la historia, como estuvo hace 24 años el por entonces presidente Fernando Collor, el primero en ser elegido en forma directa desde el retorno de la democracia, antes de perder su cargo a manos del Senado.
“Hay que seguir luchando. Y pueden contar conmigo, yo cuento con ustedes”, arengó Dilma durante su presentación en un teatro de Brasilia, quizá su último acto partidario aún como presidenta.
por Damian WROCLAVSKY/AFP