Aunque muchos consideran que la mejor edad para viajar son los veinte, porque se está lleno de energía y con un físico que permite sortear cualquier situación, hay otra época de la vida en la que se disfruta con mayor intensidad el placer de conocer nuevos lugares: la tercera edad. Si bien los años no pasan en vano y llegan los achaques, hay factores que ya no preocupan tanto. Por un lado, siempre se dispone de tiempo libre para planear un viaje, en cualquier fecha del año. No es necesario esperarse a que termine la temporada alta o se cumpla el período de vacaciones en el trabajo. Tampoco preocuparse por el dinero, en caso de quienes reciben una pensión. ElEspectador.com
Eunice Rocha de Romero da fe de ello. Tiene 69 años y en los últimos cinco ha conocido lugares con los que soñó toda su vida, pero que por los hijos, su esposo y la falta de dinero y tiempo no había tenido la oportunidad de visitar. Quedó viuda hace ocho años y desde entonces decidió entretenerse convirtiéndose en una especie de trotamundos. Estados Unidos, República Dominica, Europa, México, Guatemala, Cuba y un crucero por el Caribe son sólo algunos de sus viajes. Planea con antelación junto con una amiga los destinos de acuerdo con sus necesidades, arma su maleta y se da una buena vida. Además de compartir con su familia, explorar territorios desconocidos es una de sus prioridades.
Para algunos pensionados los viajes también se convierten en una manera de adaptarse a la nueva rutina del hogar. No es fácil desprenderse del mundo laboral y, en muchas ocasiones, hay quienes se sienten improductivos. Así que los planes de conocer nuevos parajes los ocupan y llenan de trabajo.
“Es casi que cumplir el sueño de su vida: dedicarse a viajar, disfrutar y desprenderse de los problemas que los aquejaron durante años”, asegura Ángela Nieto, experta y consultora en turismo, quien añade que este nicho se ha vuelto muy apetecido por las agencias de viajes, pues son clientes fieles: viajan hasta tres veces al año y en grupo.
Según Nieto, los adultos mayores tienen gustos más o menos similares, pues generalmente se inclinan por los lugares cálidos, silenciosos y cómodos. Por eso, con frecuencia, eligen los planes todo incluido para no tener que preocuparse por nada, más allá de pasarla bien. Asimismo, les gustan los destinos culturales y religiosos. En Colombia, por ejemplo, “prefieren Popayán, el Eje Cafetero y San Andrés. Del exterior, Europa o cruceros por el Caribe”.
Alejandra Cechagua, directora comercial de Viajes Mr Trip, resalta que además son muy disciplinados y puntuales. Con ellos no hay retrasos en las agendas y saben apreciar el conocimiento de los guías. Pero así como son impecables en su comportamiento, también esperan un buen trabajo por parte de las agencias.
Sin embargo, reconoce, lastimosamente son más las compañías que no están preparadas para este segmento y por eso les recomiendan ser cuidadosos a la hora de elegir. “Hay que darse cuenta si son prevenidas y ofrecen lugares accesibles. Si están pendientes de los cuidados de cada viajero y cumplen con brindarles los seguros de viaje con las máximas coberturas”.
Asimismo, destaca la urgencia de acondicionar los destinos para las necesidades de los adultos mayores no sólo en términos de infraestructura, sino en relación con los diseños de los planes, las programaciones y tarifas especiales.