Este 1 de septiembre se pudo saldar la deuda contraída con nosotros mismos el 6 de diciembre pasado. Momento en el cual los excesos de cautela, las diferencias, la falta de liderazgo, la ausencia de claridad política y ciertas miserias impidieron la celebración masiva en las calles del triunfo electoral. No fuimos capaces de exhibir al mundo, en una gran movilización, que los demócratas somos mayoría y sobre todo no fuimos capaces de que en esa celebración nos reconociéramos con el hermano, con el compañero de lucha, como partes, todos, de un mismo anhelo: reconstruir la democracia como la base para la reconstrucción del país. Haberlo hecho nos hubiera permitido empoderarnos, sentirnos dueños de nuestros destino, tal cual nos sentimos hoy después de esta fabulosa jornada pacífica. Y seguramente nos hubiéramos ahorrado tiempo y sufrimientos. El #1S enmendamos el error.
Pero dejemos de lado lo contrafactual. Vayamos al resultado. A pesar de todo lo que se ha hecho y se hace para destruirla, Venezuela, la Venezuela democrática, sigue en pie. Eso es constatable en cada venezolano. Hoy la nación no sólo subsiste, se eleva retadora, ambiciosa, soñadora de una patria tolerante y solidaria. Se muestra capaz de evitar que nuestro enemigo no sea otro venezolano igual que nosotros, que nuestro proyecto político no pueda fundarse en el exterminio de los portadores del proyecto adversario. Sabe que para quienes llevan sobre sí la tenebrosa responsabilidad de haber vertido sangre de hermanos, de hambrear al pueblo, de destruir la base material de la república, de dilapidar los bienes nacionales, de robar los dineros públicos, habrá de operar el largo brazo de la justicia. Y que sobre los males causados deberá emerger el mayor bienestar posible.
Como siempre hay cínicos preguntando ¿qué se logró?. Debemos responder que poner más de un millón de personas en las calles de Caracas y otro tanto en las del resto de las ciudades del país, sin recursos, sorteando todo tipo de obstáculos, sin caer en la violencia pese a las provocaciones, además de ser una demostración mayoritaria de convicción democrática, es el primer acto de una obra cuyo final será la definitiva caída de este oprobioso régimen.
¿Cómo? Ya el propio pueblo será el encargado de marcar la ruta democrática, pacífica y constitucional a seguir porque nada nos va sacar de ese camino. No nos desesperemos. Logramos nuestro objetivo, demostrar al mundo que “El único muerto del #1S es el que mentó madre”, como lo escribió el gran manchetero popular del siglo XXI, el dignísimo “señor del Papagayo” en un despliegue de humor, ironía, agudeza, creatividad, ingenio, inteligencia, coraje, contundencia, verdad y tantas cosas más en su mensaje.
PD: ordenaron investigar cuáles fueron los altos funcionarios que sacaron del país a sus familias en la víspera del #1S, el resultado fue sorpresivo.
Otrosí: el “gran mediador” anda desesperado buscando legitimidad, dejó colar la especie de que no hubo represión el #1S porque él vino a Venezuela a exigírselo al régimen en nombre de la comunidad internacional.