Eduardo Cardet (Velasco, Holguín, 1968) pinta un cuadro nada halagüeño de la realidad cubana. El coordinador nacional del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), fundado en 1988 por Oswaldo Payá, describe un escenario de recrudecimiento de la represión contra la disidencia, de aplicación de «cambios sin derechos que no llegan al ciudadano común» mientras los jóvenes no dejan de abandonar el país… Este médico cubano cree que «los intereses económicos priman sobre los de los ciudadanos» en las negociaciones con La Habana.
Por Carmen Muñoz para el diario ABC (España)
Cardet está convencido de que las muertes de Oswaldo Payá y del dirigente juvenil del MCL Harold Cepero, ocurridas el 22 de julio de 2012 en una carretera de Bayamo, «no fueron producto de un accidente de tráfico sino provocadas, hubo persecución y otro vehículo implicado, y el régimen sigue sin entregar las autopsias». Lamenta que ninguna institución «haya canalizado una investigación a pesar de las constantes peticiones» del movimiento, los familiares de los fallecidos y otros grupos. El líder del MCL ha viajado a Madrid para participar en un curso de formación organizado por la Universidad CEU San Pablo; se ha entrevista con el secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales del Partido Popular, José Ramón García-Hernández, y con el diputado de Ciudadanos Fernando Maura. «La Habana dulce son», es el libro de Antonio Martín Cepero que Eduardo Cardet ha presentado en Madrid.
-Disidentes y organizaciones de derechos humanos temen que la Unión Europea ratifique este año el acuerdo de cooperación y diálogo político negociado con Cuba sin que se le exija al régimen castrista respeto a los derechos fundamentales y democracia. ¿Coincide con ellos?
-Es probable que haya un pronunciamiento por parte de la Unión Europea en el que ellos manifiesten que apoyan la democracia y la transformación del país hacia una sociedad más abierta e inclusiva, pero de ahí a que haya un condicionamiento a que se respeten los derechos humanos y las libertades, va a existir una distancia mucho mayor. Lamentablemente el interés económico es el que predomina en estas negociaciones. No digo que los países de la UE no estén interesados en que haya una democracia real en Cuba. Pero de ahí a que se le exija que deje de ser un régimen totalitario, eso no va a ocurrir lamentablemente.
-¿Cree que las negociaciones entre La Habana y Bruselas se han desarrollado con transparencia ante los ciudadanos de ambas partes? Grupos defensores de los derechos humanos denuncian que no ha sido así.
-Nunca ha existido transparencia en las negociaciones entre el Gobierno cubano y otro país o bloque. Se han manejado con mucho secretismo. Siempre han primado los intereses del régimen y de la contraparte sobre los intereses de los ciudadanos.
-Cuando están a punto de cumplirse dos años del comienzo del deshielo entre Estados Unidos y Cuba, la disidencia denuncia que la represión se ha recrudecido.
-Existe un abismo entre lo que está ocurriendo realmente y la pantalla de humo que utiliza la cúpula gobernante, que no permite a los medios de comunicación y a los gobiernos que así lo deseen visualizar la realidad. Estamos viviendo lo que nosotros llamamos un «cambio fraude», cambios sin derechos que no llegan al ciudadano común. La situación económica es más difícil que años atrás. El cuentapropismo (incipiente sector privado) es una trampa. El trabajador por cuenta propia no se puede desembarazar del control estatal, los impuestos le agobian. Para recibir una licencia hay que ser apolítico, un opositor no tiene esa oportunidad. Es un autoempleo, no hay medianas ni grandes empresas. Los grandes negocios pertenecen a la elite gobernante, que es dueña de las grandes cafeterías de La Habana, por ejemplo. En los dos últimos años ha aumentado la represión, no hay tantos encarcelamientos prolongados, pero los hay. Lo más habitual son las detenciones temporales, palizas, secuestros por horas, amenazas de perder el empleo… Se disfraza la actividad política con hechos delictivos comunes, por ejemplo, escándalo público, desacato, atentado, figuras que utiliza la policía política para encarcelar a los disidentes. Usan a paramilitares en los actos de represión violenta contra los disidentes para que los policías no se vean implicados. El paramilitarismo en Cuba es un recurso muy utilizado. Alegan que es el pueblo el que rechaza de manera espontánea a quienes se oponen al sistema o a la revolución. Además se ha producido un aumento creciente de la emigración a todas partes, no solo a Estados Unidos, sobre todo de jóvenes. Solo en 2016 EE.UU. ha deportado a 6.000 balseros.
-El Gobierno de Raúl Castro se ha visto obligado a buscar vías alternativas de suministro de petróleo, como Rusia, debido a la crisis en Venezuela. ¿Cómo se viven las restricciones eléctricas en la isla?
-Se ha reducido el consumo en el sector estatal. Han tratado de que los apagones no sean tantos como en la década de los noventa, pero están ocurriendo. En el transporte público hay menos autobuses, se ha encarecido el precio. Las subvenciones petroleras de Venezuela se han reducido de manera significativa por la crisis generalizada en ese país, lo que ha obligado al régimen de Raúl Castro a recurrir a los viejos socios. Pero los rusos están siendo muy cautelosos, dado que el historial crediticio del Gobierno cubano es muy malo, no pagan las deudas contraídas. El Gobierno piensa que Cuba tiene aún importancia geoestratégica y ha aprendido que no es bueno tener los huevos en la misma cesta, como les ocurrió en los 90 (desaparición de la URSS), por lo que diversifica las fuentes. Tampoco han logrado el nivel de inversión extranjera que pensaban. La izquierda latinoamericana está maltrecha y ha perdido capacidad económica para ayudarles. Es significativo que después de que Dilma Rousseff fuera separada del poder, Cuba no ha roto relaciones con Brasil porque está en juego la colaboración médica entre ambos países y el desarrollo del puerto del Mariel. Cuba está en vías de convertirse en un capitalismo estatal controlado por la cúpula militar. Las Fuerzas Armadas controlan toda la economía cubana.
-¿Como se encuentra el Movimiento Cristiano Liberación, cuatro años después de la muerte de su líder?
-El asesinato de Oswaldo Payá y de Harold Cepero significó un golpe muy fuerte para la oposición cubana en general, no solo para el Movimiento Cristiano Liberación. Hemos sido capaces de superar esta etapa, nos hemos reorganizado y comenzado un proceso de expansión por todo el país. Es difícil porque la represión que existe en Cuba no permite otro trabajo real que el contacto directo de los activistas que tenemos en los distintos municipios con los ciudadanos. El Proyecto Varela, que propone un cambio de la ley a la ley, sigue siendo importante, ya hemos conseguido 35.000 firmas. La iniciativa «Un cubano, un voto», entregada en julio en las oficinas de la Asamblea Nacional del Poder Popular, propone que la ley electoral, de cara a los comicios de 2018, sea efectiva democráticamente, que todos los ciudadanos mantengan su ciudadanía y tengan derecho al voto.