Trabajar en equipo es avanzar juntos en todo y con todos. La realidad nos ha impuesto esas condiciones, mucho más si convenimos que el país nos necesita remando en una misma dirección. Cuando incorporo el término “realidad”, es para referirme al régimen que pretende adueñarse de Venezuela, de someternos a todos los ciudadanos, imponiendo su voluntad “a tranca y barranca”. Eso es evidente y como lo escribimos la semana pasada, nadie escapa a esta cacería política sin contemplaciones que lleva adelante una elite dirigida desde el centro de operaciones políticas instalado en La Habana. Ya sabemos que en Cuba ya no producen “ni caña de azúcar”, pero en eso de mantenerse en el poder con los recursos de los demás, si son aventajados.
La experiencia acumulada en estos 17 de años de resistencia nos ha debido enseñar que nos va mejor como catalizadores de la lucha opositora, cuando articulamos nuestras acciones. Baste citar las recientes elecciones de parlamentarios en las que logramos alcanzar una mayoría calificada de diputados. Por ello no hay que rebanarse la cabeza para atinar a descifrar porque los operadores de Maduro apuntan a desequilibrar la Unidad. Ellos saben que ahí está la piedra angular de la oposición. Que en la Unidad está concentrada la inmensa mayoría de los venezolanos que, aún sin militancia partidista, se sienten identificados con una estrategia coherente. Pues “ahí está también el detalle”-como solía decir Cantinflas-en que exista coincidencia entre lo que hagamos y lo que decimos. Que cuidemos las formas, así de sencillo. ¿Qué hay que participar en reuniones con los comisarios políticos del régimen? Ajá, está bien, pero lo que hay que hacer es compartir la información con la ciudadanía a la que nos debemos para que nadie se sienta utilizado ni sorprendido en su buena fe.
La responsabilidad de los dirigentes de la Unidad es inmensa. Deben tener fuerza, animo, equilibrio, sensatez, inteligencia y mucho desprendimiento. Eso incluye amplitud y grandeza de alma. No debe faltar tampoco una dosis de malicia, a sabiendas de que estamos forcejeando con gobierneros inescrupulosos que no repararan a la hora de querer desprestigiar la imagen de nuestros líderes. Me atrevo a decir que si se hubiere tenido la modestia de requerir la opinión de Antonio sobre la conveniencia de ese tipo de “pre diálogos”, estoy segura que les hubiera aconsejado no reincidir después del “pre error” de Dominicana.