En el pasado numerosas veces fracasaron los intentos de lograr la paz en Colombia. Ahora, por fin, las FARC y el gobierno sinceramente desean terminar la guerra, lo que representa un gran paso hacia adelante. Hay otros actores violentos en el país vecino, fuerzas guerrilleras y sectores militares que quisieran continuar con la violencia porque le sacan provecho económico y la paz les arruinaría un verdadero negocio. Sin embargo, parece que en esta oportunidad triunfará la paz y se callarán los fusiles.
Algunos señalan que la paz en Colombia será el inicio del comienzo de la guerra en Venezuela, porque los actores violentos colombianos cruzarán la frontera. Puede ocurrir, y entonces pasaríamos de la violencia verbal actual a las armas. De cierta forma, Venezuela es un polvorín.
Las FARC no son la única fuerza guerrillera en Colombia. Por eso la paz requerirá de mucho tiempo para volverse efectiva y necesitará un gran respaldo económico, darles alternativas, formas de vida, a los que dejen las armas. Hay algo, sin embargo, que funciona a favor de este intento de acabar con la guerra: el cansancio de la sociedad colombiana, la certeza de la prosperidad que traerá el fin de las hostilidades, las oportunidades que se presentarán, porque Colombia avanza en el plano económico.
¿Vendrá la paz en Colombia y la guerra en Venezuela? No es imposible. El conflicto político venezolano carece de soluciones simples, los que están en el poder no quieren abandonarlo, están tentados a utilizar la fuerza para quedarse en el poder. Contra la violencia en Venezuela conspira el amor a la paz tradicional de los venezolanos, la facilidad con que buscaron en el pasado salidas políticas a las guerrillas y supieron darles cabida a los grupos radicales en los proyectos electorales.
En Colombia llevaban cinco décadas de luchas violentas, y hoy, además de los grupos políticos, abundan las bandas criminales, que viven de la violencia y el narcotráfico. Algo, sin embargo, ayuda a la paz. La violencia está localizada en regiones del país, no ha tomado el control de las grandes ciudades.
Hay empresarios que se aprovechan de la violencia, dominan partes del territorio; hay también guerrilleros que convirtieron la violencia en un negocio, sublimaron la extorsión.
Por otra parte, como dijimos, hay un deseo enorme de paz en el pueblo colombiano, ganas de superar viejos odios, caudillos guerrilleros se han definido abiertamente por la paz.
En Colombia hay el convencimiento de que abandonar las armas traerá la prosperidad. En Venezuela grupos muy minoritarios tienen la tentación de utilizar las armas. En Colombia se vislumbra la posibilidad de un gran crecimiento económico, hay recursos minerales y grandes zonas agrícolas que no están en explotación. Los colombianos son trabajadores y ahora sueñan con vivir bien, en la paz.
La paz llegará a Colombia, apostemos por que la guerra no se traslade a Venezuela. Quizá necesitamos moderar el lenguaje político, abandonar el hábito de pintar todo en blanco y negro, aceptar que hay muchos matices y que es posible un camino medio entre el chavismo y el antichavismo. Ese es el dilema, abandonar la política de la confrontación, reconocer que todos cabemos en la misma tierra, como ocurría en el pasado y gracias a lo cual los antiguos guerrilleros se convirtieron en políticos y ocuparon escaños en el Congreso.
Hoy la paz, por primera vez, se ve bien cercana en Colombia, afortunadamente, debemos decir.