El Liceo Andrés Eloy Blanco es una institución educativa prácticamente itinerante en el Municipio Libertador (Carabobo) tras la nefasta política educativa del actual gobierno. Desde hace 15 años está saltando de sede en sede, todas provisionales, dado que nadie se ha dignado a construirle una sede para que sus 900 estudiantes puedan recibir clases en condiciones de salubridad adecuadas.A las puertas de su última sede, en la Carretera Vieja Tocuyito – Valencia; ocupada desde hace cuatro años bajo un arrendamiento que era cancelado por la Alcaldía de Libertador; fue donde esta semana pasada los estudiantes, representantes y docentes recibieron, por medio de un cartel pegado en el portón, la noticia del traslado forzoso de su liceo hacia el otro lado de la ciudad, en el asentamiento “La Trinidad”.
Los representantes me comentan que a muchos de ellos les entregaron los papeles de sus hijos para que buscaran cupo en otros liceos, es decir, los expulsaron. Algunos docentes fueron conminados a solicitar traslado a otros centros educativos. En otras palabras, los vecinos de la Carretera Vieja y sus inmediaciones se quedaron sin liceo dado que fue desmantelado. A quienes se atrevieron finalmente a asistir a clases en la nueva sede, les ocurrió lo predecible, fueron víctimas del hampa, lejos de sus casas, pagando mucho más por su traslado dado que tienen que tomar hasta tres camionetas para cubrir la ruta de sus casas hacia la nueva sede.
La comunidad educativa ha llevado sus denuncias a la Fiscalía, al Consejo de Protección del Niño y el Adolescente, a la Defensoría del Pueblo y a la zona educativa. La respuesta: el silencio. El alcalde Juan Perozo no muestra ningún interés en este caso, de hecho, ha ocurrido que misteriosamente, la información que se muestra en la prensa regional, impresa y digital, ha sido la inauguración de una empresa de pinturas financiada por la Alcaldía y no que un liceo cierra sus puertas. Obviamente, en la sociedad de la información, cuando algún hecho no es publicado por la prensa, el “hecho” no ocurrió.
No obstante, para los representantes, los estudiantes y los docentes, el cierre de ese liceo fue muy real. Las celebraciones, con bombos y platillos, del “Día de la Resistencia Indígena Antiimperialista” donde se escuchan consignas en favor de la soberanía nacional, la independencia, la autodeterminación terminan sonando huecas cuando observamos la actitud de las autoridades municipales, regionales y nacionales frente a la educación. Si algo logrará que Venezuela se libere de las cadenas de la dependencia, de la improductividad, de la ignorancia y que alcancemos la autodeterminación de la nación, es invertir en educación. Nada ganamos gritando “¡Soberanía!” o “¡Independencia!” cuando las semillas de nuestra liberación, las escuelas, se caen a pedazos o cierran sus puertas.
La educación es, además de un derecho humano previsto en nuestra Constitución y en los tratados internacionales ratificados por la República, la herramienta para desarrollar el talento y la creatividad de los jóvenes ciudadanos. El salón de clases es el espacio donde una sociedad alimenta sus esperanzas por un futuro distinto, mejor y justo. Es en un salón de clases donde nacen las vocaciones, donde las inquietudes por la medicina, por la ingeniería, por el emprendimiento, por el servicio a los demás, se dejan ver. Las actuales autoridades, con el flaco favor que le hacen a la educación, hacen que se retuerzan en su tumba Pietro Figueroa y Uslar Pietri.
Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica