La tarde del 20 de octubre los venezolanos fuimos testigos presenciales de una nueva herida de muerte contra nuestra Constitución; un golpe bajo fraguado de manera ilegal a través de tribunales penales, sin competencia en materia electoral, con un fin único: intentar matar la voluntad de cambio en Venezuela.
Con un descaro sinigual, abusando del poder y de las instituciones del país, fueron anulados los procesos de validación del 1% de las firmas en 5 estados, lo que se convirtió en la excusa perfecta para que el Consejo Nacional Electoral materializara el capricho del presidente, Nicolás Maduro, de suspender el tan temido Referendo Revocatorio.
Una decisión con un alto costo político para la mal llamada Revolución, pero que sobre todo dejó en evidencia el miedo que le tiene este gobierno al soberano.
Un golpe de Estado a la voluntad del pueblo; una evidente ruptura del orden constitucional que lejos de debilitarnos nos fortalece y nos une como nación. Un momento histórico que nos obliga a asumir la responsabilidad de rescatar a nuestro país con acciones democráticas, pero contundentes, como el inicio de un juicio político para evaluar la responsabilidad de Maduro en la destrucción de Venezuela y la denuncia que elevarán nuestros diputados a la Asamblea Nacional ante la Corte Penal Internacional contra las 4 Rectoras principales del CNE y los jueces penales de Bolívar, Carabobo, Aragua, Monagas y Apure por violar los derechos fundamentales de los venezolanos, al bloquear el Revocatorio presidencial.
Les tocará rendir cuentas ante la justicia internacional, y más temprano que tarde lo harán ante la venezolana. De eso no tenemos la menor duda.
Que les quede claro que es el pueblo el que pone gobiernos, y también el que los quita. Que no duden ni un instante de nuestra fortaleza como sociedad, y mucho menos de nuestra firmeza para continuar luchando por el país. Somos más del 80% de los venezolanos los que queremos cambiar de gobierno; los que estamos agotados de tanta miseria, de salir a la calle con miedo a ser atracados o baleados; de hacer largas colas para intentar comprar un producto tan básico como la leche a precios exorbitantes. Somos más lo que queremos vivir en PROGRESO, y estoy seguro de que estamos muy cerca de ese cambio para Venezuela.
No podemos seguir aceptando humillaciones, tampoco que la violencia de una minoría manipulada por radicales del gobierno tome por asalto nuestra Asamblea Nacional para intentar generar pánico; robando equipos a trabajadores de la prensa e hiriendo a venezolanos de bien, como ocurrió el domingo 23 de octubre durante el debate especial convocado por el Parlamento para declarar la ruptura del orden constitucional en la Nación.
Y que les quede claro que desde la unidad democrática seguiremos haciendo uso de nuestros derechos constitucionales para rescatar a Venezuela del peor gobierno de su historia, lo que de ninguna manera puede verse como un hecho irregular, una conspiración o peor, como un golpe de Estado.
¡Por Venezuela vale la pena seguir luchando!