Todo esto puede ser contrarrestado con buena comunicación, pero los primeros pasos de esta historia resultaron ser un desastre en tal sentido. Más allá de quién está de acuerdo o no con el diálogo, lo que existe en el pueblo opositor es un estado de desconcierto. A ellos les cuesta entender las acciones de la MUD, porque en las últimas semanas estas parecen contradecirse a diario. Y no les falta razón. Para nadie es un secreto que a lo interno de la Unidad existen diferentes visiones de cómo proceder. Esto no es necesariamente malo, de hecho es lo deseable en un sistema plural. El asunto está en que a la hora de actuar, esta diversidad debe hacerlo con base en consensos, los cuales deben ser comunicados de manera eficiente. A algunos les gustará y a otros no. Las críticas son inevitables. Pero si la hoja de ruta está clara, la adhesión a la causa que promete conducirte al objetivo deseado llega como consecuencia. Y por más diversa que sea la Unidad, su razón de existir es una meta común. Ahora bien, el virus que puede destruir esta instancia es el de las agendas personales y eso la población lo huele a kilómetros de distancia, y lo hace más rápido si le envías las señales incorrectas.
La MUD no puede darle largas a está historia del diálogo si, como podemos sospechar, no va a conducir a nada concreto, particularmente en el tema electoral. Debía sentarse, y lo hizo. Pero no tiene mucho tiempo para presionar por resultados que definan si permanece o no en ella. Indispensable también resulta mejorar sus mecanismos de coordinación interna, así como su capacidad comunicacional. En juego está su fortaleza, su capital, y lo que ello significa para el rumbo que tomará la historia en los próximos meses y la incidencia de ello en la vida de millones de venezolanos. Y aquí no se trata de ser pro MUD o de no serlo, se trata de estar ante la instancia mejor engranada que ha tenido la oposición al régimen “revolucionario”, y en uno de los momentos más críticos que haya vivido nuestra nación.
@felixseijasr