Imposible no abordar este tema que nos afecta a todos los que vivimos en Latinoamérica. No ganó Trump, perdió la clase política norteamericana. No ganó Trump, perdió la manera en que se han administrado los asuntos políticos y económicos en beneficio de las mayorías en casi todos los países del mundo. Trump y su instinto de competidor nato solo interpretó acertadamente el sentimiento de la masa y se montó sobre ella, surfeándola con éxito sin caerse de la tabla.
Fui uno de los que consideramos al nuevo Presidente Electo de los Estados Unidos un fenómeno absolutamente perjudicial para su país, y peor aun, para el mundo. Y todavía no he cambiado de opinión. Pero por sus ejecutorias lo conoceréis, reza un viejo dicho.
Sin embargo, creo que de esa experiencia se pueden sacar algunas lecciones para enfrentar lo que estamos pasando en Venezuela. Y ustedes dirán, como algunos analistas políticos indicaron ayer en CNN: la misma estrategia confrontacional de Chávez, la misma basura de polarizar grupos contra otros, los mismos insultos, odios y patanerías en contra de las mujeres y las minorías, tan conocidos por nosotros, parecieran configurar un cuadro altamente despreciable que tal vez nos hicieron remover el fondo oscuro de nuestra propia tragedia.
Pero debemos detenernos allí. Esa fue la estrategia para ganar una elección. Poco ortodoxa y aún menos usual, que en los Estados Unidos resultó ser muy efectiva. Ser un candidato anti sistema en el medio de la mayor crisis de los partidos políticos del mundo dio sus frutos. De acuerdo a un análisis de la BBC (http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37917754) “”Drenar el pantano” (drain the swamp) se convirtió en uno de los eslóganes más repetidos por Trump en los últimos diez días de campaña”.
En otras palabras, Trump pudo colocar en un slogan de campaña el desastre de las ejecutorias de los partidos políticos norteamericanos, incluyendo el de él mismo, y de cuyo seno había sido rechazado, para acomodarse los votos de los decepcionados de siempre del sistema y ofrecer algo diferente. ¿Y que cosa pudo ser eso? Su imagen de hombre exitoso y millonario. Dos cosas que no tienen precio en una sociedad que valora eso por encima de cualquier otra condición.
¿Que valor agregado podrá aportar Donald Trump a esa sociedad? Si no va en contra de los intereses de mucha gente, creo que Trump podrá destrabar burocracias, haciendo mucho mas eficiente la administración por encima de las parcialidades partidistas. Será interesante ver a un ejecutivo profesional ejerciendo un puesto político que requiere de habilidades de las que está poco o nada familiarizado.
Los norteamericanos tuvieron a una persona de color en la presidencia por 8 años, cuando eso era impensable al terminar el siglo pasado. Ahora tuvieron a una mujer de candidata, con altísimas probabilidades de triunfo; y ahora acaba de ganar un “outsider”. No cabe dudas que están en las fronteras explorando nuevas propuestas fuera de las convencionales. Se cansaron de esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo.
No saben si Trump los llevara a la gloria o el abismo. Lo que si saben, al menos intuitivamente, es que si no hacen algo distinto no tendrán resultados diferentes. Yo creo que esa es una lección que debemos aprender. Saben que ese país descansa sobre instituciones, no sobre personas. Es por eso que pueden darse el lujo de equivocarse en la elección de un Presidente.
Las fundaciones sobre la que esta construida la estructura institucional norteamericana son sumamente sólidas. Los poderes judicial y legislativo han demostrado su fortaleza e independencia a pesar de muchos embates históricos, que incluyen una guerra civil.
Sin embargo, aun cuando parecieran haber contradicciones en el curso de su historia, tienen algo que es envidiable: son capaces de transformarse si los nuevos tiempos así lo exigen. Pareciera, y enfatizo esta palabra, pareciera que los Estados Unidos están al borde de una nueva transformación (¿mutación?), un reacomodo institucional que pasa por una nueva perspectiva de las relaciones económicas y políticas internacionales, para pararle el trote a gigantes que se están levantando a costillas del modelo tradicional norteamericano de la relocalización global por mas ganancias.
Asimismo, la revisión de las decisiones de Obama en relación con Cuba, le daría un vuelco al triangulo Colombia-Cuba-Venezuela. Es significativa la victoria republicana en el Estado Florida y el impacto que eso tendrá cuando la comunidad cubana radicada allí le pase la factura a Trump por favores concedidos, a cambio del endurecimiento negociado en la campaña electoral en contra de los Castro. Eso podría precipitar situaciones en nuestro país.
Pero hay algo interesante que podemos aprender de todo esto: muchos venezolanos han emigrado principalmente a los Estados Unidos buscando, como es natural, mejoras de crecimiento y estabilidad. Lo que ocurrió el 8N en Norteamérica es demostrativo que lo único seguro es el cambio. La situación de los inmigrantes en los Estados Unidos cambiará drásticamente porque ahora el nuevo gobierno dará prioridad a los nacionales de ese país, de acuerdo a las promesas de campaña del nuevo presidente.
Y eso es natural porque eso es lo que hacen -o deberían hacer- los gobiernos racionales. Pero eso obliga aún más a cada país a arreglar su propia situación. Eso conforma un efecto colateral del fenómeno mas allá de las fronteras de los Estados Unidos que estaremos viviendo todos en Latinoamérica en los próximos años.
Entonces, en Venezuela, o arreglamos nuestra casa o la arreglamos, no hay de otra. En lo particular siempre he pensado que ese camino es el que debemos transitar, aunque sea el mas difícil. Y tal vez esa sea la lección más dura de cambio que nos toque aprender, que aunque nos venga de afuera, nos enseña que el futuro lo escriben los pueblos a través de los caminos mas inverosímiles, así salga de las manos de quienes consideramos locos…Y ya nosotros pasamos por allí…
Caracas, 9 de Noviembre de 2016
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