82 aforismos.
La distancia a veces significa: pasa el tiempo.
El dios de “este” universo físico es muy joven.
Yo siempre acepto las críticas que le hacen a otra persona.
Las culpas se cotizan mejor que los análisis en el mercado de las explicaciones.
Hay que tomar las cosas con karma.
Lo más retador para el intelecto es no tener razón.
¿Musicalizo lo que vivo o vivo y luego musicalizo?
Tener algo no es resolver su ausencia.
A mayor población más estadístico el diálogo.
Casi siempre la mejor respuesta es: “Depende”.
La mayoría de lo que he encontrado no lo buscaba.
El tiempo es un tejedor de puntos más que líneas.
Hay engaños que se agradecen: los artísticos por ejemplo.
Lucho contra la entropía como si no fuese inevitable.
La literatura es aire que hace tormentas y calmas.
Frente al desinterés por lo maravilloso viene el asombro ante lo cotidiano.
Quisiera no mendigar el cielo. Pero dudo que pueda.
La rebeldía intelectual tuerce el aparataje teatral de la realidad.
La angustia es una perversa máquina del tiempo.
A veces la “estética” es pura “estática”.
Si hay dioses son imperfectos.
Alma ¿Ese no es el nombre de una señora?
Prefiero generar enigmas que ser entendido.
Hay “versiones” que solo revelan “aversiones”.
La fe es “el extranjero” de la razón.
Hay gente a quien le preguntan cómo está y tiene que mirar alrededor.
Si hay Dios, no es personalizado.
Hay un hilo invisible hasta para las más sólidas telas.
Las “moralidades” así sean opuestas, son simétricas.
Lo primero que evito como escritor es la “responsabilidad social del escritor”.
Algún día los mundos paralelos serán “el mundo”.
Hay antagonismos que podemos repudiar, pero no refutar.
Practico mucho la teoría.
Hay cosas que no son verdad pero son ciertas.
Quien critica mucho debería tener una obra, aunque sea de crítica.
La melancolía no es otoñal por gusto.
Primero leía filosofía por la filosofía. Luego por los filósofos. Ahora no la leo.
Lo concreto está lleno de cantidades.
A veces me concentro demasiado en mi distracción.
Hay gente que bebe pecados y mea culpa.
Cuando escribo me siento un Dios: por la creación y porque es imperfecta.
Más allá del mundo no hay nombre.
Mientras más simple una complejidad, más risa provoca.
A veces la compasión sirve como antídoto para las culpas.
Hay demonios que sin poder no se desatan.
La música redibuja la geometría espacial.
A veces lo “críptico” es lo mal explicado.
Cuando uno dice “indescriptible” describe.
“Poder popular” es debilidad ciudadana.
Estoy más de tu lado de lo que crees, porque no estoy tan de mi lado como parece.
Completar y reescribir lo que otros dicen es esencial a la creatividad.
“Siempre” dura lo que la vida.
Visito al menos un mundo paralelo diario.
El atributo del lúcido es el desengaño. El del artista, lo contrario.
La verdad está detrás de la verdad.
Le ponemos más empeño al personaje que al yo.
El lenguaje es más real que la realidad.
La mejor conclusión de un libro sería una última página vacía.
Los fantasmas tienen estados de ánima.
Hay escritores que no viven y luego escriben, sino que viven si escriben.
Hay centrismos extremos.
Cada vez que pienso porqué escribo, dejo de pensarlo y escribo.
Si “descubres el agua tibia” es mejor no pregonarlo.
El ajedrez me ha enseñado algo práctico que nunca recuerdo.
Suelo admirar a gente a quien no quiero parecerme.
El “mundo” va más allá del planeta.
No hay verdades, sino proposiciones menos falsas.
Si el lenguaje es arcilla, los sofistas (no los escritores) son los maestros artesanos.
La mejor conclusión de un libro es una última página vacía.
El dolor tiene voz propia.
Me gusta pensar que el espacio donde estoy no soy yo. Es meramente el espacio donde estoy.
Quiero estar con personas tan inteligentes que sean capaces de decir: “No sé”.
Nada es para siempre, excepto algunas “medidas provisionales”.
Me doy cuenta que estoy distraído sin dejar de estarlo.
El dinero es una ilusión, pero la falta de dinero no.
A veces me distraigo demasiado en mi concentración.
Todo el mundo quiere sentir lástima por alguien poderoso.
Yo cuido que el “lirismo” de mis textos no sean meras palabras de más.
No necesito un Dios sanador. Con uno sano me conformo.
Escribir menos es ya escribir mejor.
Madurez es no necesitar siempre tener la última palabra.
El amor es el mayor y acaso el único desafío a la nada.