Desde los albores de muchas civilizaciones, se ha utilizado el poder político de manera despótica a través de la dependencia, sea esta física o psicológica. Los gobernantes crean necesidades y generan angustias estructurándolas alrededor del miedo.
Antropólogos como Hall e Ikenberry denominaron enjaulamiento a la pérdida de la Libertad originaria del hombre al someterse a una estructura de poder cuando busca seguridad con rasgos patológicos.
El factor económico, entendido como todo aquello que gira en torno a la subsistencia física del hombre, fue y sigue siendo fundamental para dicho proceso de sumisión autoritaria. La pérdida de la Libertad se produjo cuando el hombre abandonó una forma de vida basada en la caza y la recolección de frutos para dedicarse a la agricultura y el pastoreo, pasando del nomadismo al sedentarismo.
En otras palabras, la Libertad de trasladarse por grandes extensiones para buscar sustentos, característica de los cazadores-recolectores en su fase más ancestral, fue sustituida por la sumisión al cultivo de la tierra, lo que originó un proceso de sedentarismo imprescindible para el enjaulamiento.
Al producir en mayores cantidades y más fácilmente por el adelanto de obras de infraestructuras hídricas para el riego, se complejizaron las interacciones humanas, lo que le abrió el camino a las primeras organizaciones políticas comandadas por un chief, o jefe tribal que acumulaba en su figura los poderes religiosos y políticos.
El almacenamiento y la distribución de los alimentos ajustaron la práctica del poder esclavizador a manos del chief. ¿Quién, en esa condición de sumisión y enjaulamiento, se opondría al chief, si de él dependía el sustento alimenticio?
En nuestra época, la dominación aún subsiste, aunque con herramientas mucho más sofisticadas; claro está que ocurre en sociedades altamente tecnificadas, donde abandonaron una actitud irresponsable, limosnera e infantil de permitir a los gobiernos administrar de manera privada lo que es público.
Aquellas, que contrariamente a esto, están en condición de minusvalía cognitiva para no asimilar que lo gratis no existe, serán presa fácil del regreso de los chief, de cuya mano exigirán alimentarse hasta que concientice la irreversibilidad de su esclavitud. Lamentablemente, la analogía entre estas primeras conformaciones políticas con la Venezuela actual es evidente.
Como todo régimen comunista, el presente le tiende un cerco a todos los sectores económicos y creativos de la nación con el objetivo de monopolizar el control de los productos más esenciales para la subsistencia de la población. Algunos integrantes del aparato productivo, por la ignorancia que caracteriza a los astutos, caen en la seducción del “Leviatán”. Otros lo hacen por ingenuidad. Pero el verdadero termómetro para medir el éxito de tan criminal procedimiento no debe verse en la destrucción del aparato productivo, sino en la resignación de las personas en esperar un turno para adquirir un rubro o en la sonrisa de muchos al recibir una bolsa del CLAP.