Pero uno, la gente común del pueblo que observa en lo que el flamante Presidente de la República gasta la mayor parte de su tiempo, está muy clara sobre quién realmente en este país destaca como verdadero “sin oficio”, o mejor dicho quién o quiénes manejan los asuntos del Estado como un auténtico juego en sus permanentes y muy prolongados “ratos” de ocio. Porque, preguntamos, ¿puede alguna persona en estos momentos dudar de la inutilidad de las actividades en las cuales el Presidente e integrantes de su gobierno despilfarran el tiempo en cadenas o festines que en nada contribuyen a sacar al país de la crisis general que hoy lo afecta? Y a tales actividades deben agregarse los frecuentes e improductivos viajes que, con la excusa de gestionar mejores precios para el petróleo, convierten a Miraflores en una especie de agencia de viajes para sus funcionarios más allegados y “coleados” que, constituidos en comitiva oficial en las que se utilizan hasta dos aviones, se dan la gran vida a expensa de las finanzas de la nación, despilfarrando las pocas divisas de las que dispone el Estado, mientras el pueblo se muere de hambre y de enfermedades por falta de medicamentos.
A eso es lo que podemos llamar la vagancia oficial, ahora aumentada con la incorporación de los “incondicionales y patriotas cooperantes” que se prestan ya no solo para constituirse en bandas de choques contra cualquier manifestación de protesta que se genere en el lado de la unidad democrática, que hoy agrupa a las grandes mayorías de la población, sino que ahora los “invitan” a acampar en plena vía pública como escudo humano para proteger el palacio presidencial de Miraflores, al igual que lo hicieron en ese circo montado en la isla de Margarita pomposamente nombrado como Cumbre de los No Alineados. Y como si todo esto no bastara, ahora se nos presenta el pretendido artista de la avenida Urdaneta, luciendo sus artes como disc-jockey, en su programa “La hora de la salsa” transmitido por ese otro juguete, la emisora “La Voz de Miraflores” que los administradores y “contralores” del Estado le permiten utilizar para satisfacer su melomanía. Por eso, parodiando lo que sus vagos y permanentes acompañantes, podríamos utilizar el siguiente estribillo: “Asi, así, así es que se rumbea”
Es decir, para Nicolás Maduro es país es un juguete que puso en sus manos su amado predecesor, “el comandante eterno”, para que aprendiera a ensayar sus teorías de manejo del Estado, sobre ese gran cartón que sería todo el territorio nacional con similar fantasía con la que jugábamos quienes tuvimos la oportunidad de entregarnos al famoso juego de monopolio. Por cierto, que hoy hasta los billetes de los que disponen los bancos, tienen similar valor al de aquellos papelitos con los que nos ilusionábamos manejar millonarias cantidades de dinero.
Entonces, mosca cuando escuchemos al Presidente y a sus cómplices diputados llamar vago a alguien. Solo hagamos memoria y pensemos quiénes son realmente en Venezuela hoy día los verdaderos holgazanes.
@JJ:MorenA