El Presidente de la República Nicolás Maduro ha planteado reformar los pensa de estudio de todas las universidades para “adaptarlos” a las necesidades del país e igualmente aseguró que la nueva generación “tiene que saber sembrar la tierra y producir con sus manos, además de ser una generación educada, culta, de alto nivel espiritual”. El referido planteamiento, por venir del Jefe del Estado, que se supone, debe obedecer a un estudio serio por parte de los técnicos de los despachos ministeriales correspondientes, merecen alguna consideración, aun cuando las mismas fueran expresadas en el marco de un acto político con ocasión del Día del Estudiante Universitario.
Ciertamente, las universidades venezolanas confrontan un conjunto de problemas de orden estructural y coyuntural que demandan acciones surgidas desde el seno de sus comunidades y no impuestas desde el gobierno, que propendan a su transformación e innovación para adaptarlas a las exigencias de la Sociedad del Conocimiento. En ese contexto, hemos señalado el agotamiento de su modelo tradicional para impulsar en ellas un nuevo paradigma universitario fundamentado en sólidos principios de Calidad, Innovación y Responsabilidad Social, orientado a lograr que las funciones universitarias: Docencia, Investigación y Extensión, adquieran un mayor nivel de impacto en la solución de los problemas y necesidades del País. Esa propuesta la estamos llamando “La universidad de Servicio”. Evidentemente que ello demandará no sólo la revisión de los pensa de estudios de las carreras, pero eso no basta Presidente Maduro. Si el Estado no deja de considerar que los recursos presupuestarios destinados a la Educación no son un gasto sino la inversión más importante para la formación del talento humano y el capital intelectual del futuro del País, representado por nuestra Juventud, el abordar solamente las modificaciones curriculares, sería una solución muy parcial al problema, puesto que los laboratorios, bibliotecas, servicios estudiantiles, infraestructura, transporte, acceso a la tecnología de información, es decir, toda la logística necesaria para formar profesionales de calidad se encuentra en total deterioro. Sin mencionar por supuesto, que sin profesores universitarios bien atendidos, peor aún, maltratados por su gobierno no podrán desarrollarse las carreras profesionales que nuestro País está necesitando. Urge por tanto, para actuar con seriedad, una profunda revisión de la Política Educativa, a todos los niveles si queremos lograr lo que Ud. señala: “…una generación educada, culta, de alto nivel espiritual”.
De igual modo, la agricultura, como sector destinado a la producción de alimentos y materias primas, debe ser desarrollada con criterios de modernidad, con el apoyo de la biotecnología y la protección integral del Estado, apoyando a sus líderes naturales que son los productores, a través de una Política Agrícola coherente e integral que garantice financiamiento, asistencia técnica, insumos oportunos, seguridad jurídica, personal y patrimonial, tecnología moderna, agrosoporte físico, en alianza con la agroindustria y el agrocomercio, donde la tierra sea dimensionada como un bien de producción. Sólo así lograremos la Soberanía Alimentaria. La agricultura de autoconsumo o subsistencia forma parte del pasado y nuestra juventud universitaria necesita formarse hoy no como conuqueros, sino como investigadores, emprendedores, gerentes, empresarios, líderes, con una sólida formación humana y espiritual para que luego pongan sus conocimientos al servicio del progreso, el bien común y la justicia social.
César Ramos Parra: Reforma de los pensa de estudio
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