El 23 de noviembre de 1991, Freddie Mercury reconoció públicamente que tenía sida y aseguró que, como había hecho casi siempre durante su carrera, continuaría con su política de no dar entrevistas, reseñó este jueves abc.es.
“He procurado mantener oculta esta situación para proteger mi vida privada y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad, y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad, para luchar contra ella”, dijo la legendaria estrella en esa declaración.
Pero no le dio tiempo. Al día siguiente, murió.
La prensa británica llevaba varios meses lanzando rumores sobre su deteriorado aspecto físico y la muerte de varios de sus amigos a causa, también, del sida. Las sospechas no hicieron más que crecer tras la publicación de varias fotografías y sus escasas apariciones públicas, por lo que el 22 de noviembre, dos días antes de su muerte, Mercury, de 45 años, llamaba al manager de Queen, Jim Beach, para discutir un asunto concerniente a él que quería hacer público. Ya estaba bien de secretos.