¡Fidel Castro ha muerto! Para tristeza del zurdaje idealista-intelectual, para los sesentayochistas, para Podemos e Izquierda Unida, para los políticamente correctos, para los “bien-pensantes”, para el establishment progresista en los medios y en la Política, pero especialmente… para los contra-intelectuales (conocidos aquí como “abajo-firmantes”) y políticos venezolanos.
Ojo, que varios de estos últimos hasta hicieron chistes sobre el tema. Como si el cinismo no se les colara como un mal aliento que acompaña sus comentarios, como si no fueran tan tiranos ellos, al criminalizar a todo aquél que piensa diferente a la involución cultural que promueven. Como si las atrocidades de un acérrimo genocida están prestas para que en su posición de “líderes opositores” –con unas comillas bien irónicas– hagan bromas sobre un ser que, junto con sus protégés de aquí, ha esclavizado a millones y ha matado a cientos de miles de venezolanos.
Esto es un hecho que obligatoriamente exige temple y hablar, como se dice en mi país, sin pelos en la lengua. Para recordar varias “cosillas” –entre unos cuantos zarandeos– a quienes elogian a uno de los seres más infames de la historia.
No crean en su “superioridad moral” en el Parlamento, podemitas, más bien pasen el resto de sus días con cabeza gacha. Ser etarra, castrista, o de forma general, marxista: es una vergüenza. No se atrevan a contar la romántica historia sin los maremotos de sangre que ocurrieron en “La Isla”, Juncker y Trudeau. Que no es por mí y por mi Patria solamente, es que para la época, blandengues como ustedes hubieran sido target de “los barbudos”.
A los líderes liberticidas hispanoamericanos, los recordaremos claramente, sus palabras, el hedor que emanaba de ellas, sus rostros intentando erigir una expresión digna. Recordaremos a los Santos y sus aberrantes “balígrafos”, a las Bachelet y su allendismo, a los Evos y sus crucifijos comunistas… a los Papas que se reían con genocidas y llamaban “buenos cristianos” a comunistas.
Recordaremos a los infames sub-intelectuales y artistas que en 1989 recibieron con tono idílico y con alfombra color sangre cubana a Fidel Castro, después de tres intentonas de invasión a Venezuela –porque la cuarta “fue la vencida”. Hoy, ellos, junto a la cúpula política actual (los oficialistas y los seudo-opositores, los bolcheviques y mencheviques venezolanos… entre otros nombres para la misma calaña), siguen promoviendo las mismas ideas del tarde-pero-siempre-oportuno difunto.
Pero no es del todo un recordatorio de afrenta, también es un recordatorio sobre los resultados que cualquier vértice del marxismo provocará en cualquier lugar, en cualquier época, con cualquier persona, bajo cualquier circunstancia. Un recordatorio de que Cuba no es libre, pero sí más lejana al despotismo. De que, con un año repleto de reveses para el globalismo y la Izquierda, la muerte de Fidel Castro es el sello del comienzo oficial de la muerte de los valores que desde un principio el marxismo propuso.
En función de recordar esto todos los días por iniciativa propia, y gracias a las ruinas en las que vivimos los venezolanos, nosotros entendemos que arrodillarse no es nunca la solución cuando se trata del robo de nuestra Libertad. Lo que sí es solución es enfrentar cara a cara a quienes nos la quieren robar.
Los jóvenes oprimidos no podemos apostar a la vejez de los tiranos sino a la vitalidad de nuestro espíritu; debemos apostar a la Libertad y no resignarnos a esperar la muerte de los sátrapas.
Un recordatorio de una brutal realidad: si lo hiciéramos por todas las víctimas del comunismo, seguramente el homenaje no sería un minuto de silencio, sería probablemente un silencio de mil años.
¡Viva Cuba Libre!