Consternados y en medio de un duelo que tardarán años en superar, los familiares de las víctimas del trágico vuelo que acabó con casi toda la plantilla del equipo de fútbol Chapecoense reciben tratamiento psicológico en los vestuarios del estadio de una ciudad que sigue de luto. EFE.
Un equipo numeroso de profesionales de la salud formado por psicólogos, médicos, psiquiatras y enfermeros atiende a los familiares y amigos de las víctimas que deciden acercarse hasta el Arena Condá de la ciudad de Chapecó, en el estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil.
El feudo del “Huracán del Oeste”, nombre con el que se conoce al equipo, es hoy un espacio cargado de sentimientos ante una de las peores tragedias de la historia del mundo del fútbol.
“Hay mucho dolor y sufrimiento, muchas personas están en estado de shock y necesitan tratamiento psicológico para lidiar con esta pérdida”, dice a Efe el psicólogo André Figueredo Pedrosa.
Pero el tratamiento no está escrito en un libro clínico con diez puntos a seguir, es personal y más cuando “varias de las mujeres de los futbolistas estaban embarazadas”, mientras que otras “tenían muchos hijos de corta edad”, revela Figueredo Pedrosa.
Los familiares presentan un cuadro de estrés postraumático y muchos de ellos llegaron al estadio sin todavía reconocer lo que había pasado.
“En un primer momento vimos que muchas personas acabaron negando lo que pasó. Decían que no había ocurrido y que no era así. Cuando se dan cuenta de que hubo un accidente, algunas entraron en shock y en un tercer momento nosotros hacemos el trabajo clínico para que el familiar entre en un proceso de luto”, explica el psicólogo.
En ese estado se encuentra Eliana Carini, novia del jefe de seguridad del Chapecoense, Adriano Wulff Bitencourt, que iba en el avión, un Avro Regional RJ85, que transportaba a 76 personas más y se estrelló en la noche del lunes cuando se aproximaba al Aeropuerto Internacional José María Córdova de Medellín.
“El sábado tuvimos un evento y se vino a despedir y me dijo: ‘Hasta la vuelta’, pero esa vuelta no va a ocurrir ni con él ni con las otras víctimas”, se lamenta Carini completamente consternada sobre el césped del Arena Condá.
Esta socorrista que trabaja con el Chapecoense tenía pensado viajar a Medellín y presenciar junto a su pareja el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana que iba a disputarse en Medellín ante el Atlético Nacional, pero su pasaporte “no estuvo listo” para la fecha señalada.
“Una compañera me avisó de la tragedia por la mañana y le respondí que no bromeara con eso y cuando vi las noticias, no me lo creía”, confiesa.
Después de ese primer momento de negación, llegan los recuerdos: “Hace dos semanas, él se tumbó conmigo y me dijo: ‘Mi amor si yo muero en este momento, lo haré como la persona más feliz de este mundo'”,
Desde el punto de vista de Figueredo Pedrosa, el luto es “tortuoso” pero “es algo necesario de hacer”.
También requieren de tratamiento aquellos jugadores como el delantero Alejando Martinuccio, el arquero brasileño Marcelo Boeck o el también portero Nivaldo, que no se subieron al avión por diversos motivos.
“Todas esas personas pueden estar sintiéndose aliviados, pero al mismo tiempo también hay un dolor por perder los compañeros de trabajo y pueden surgir preguntas de por qué ellos y no yo”, comenta el especialista.
Nivaldo, que convivió tres años con el cancerbero titular Danilo, salía esta mañana destrozado de los vestuarios con la camiseta de entrenamiento del Chapecoense, consciente ya de que sus compañeros “no volverán más”.
“Cuando llegué hoy al estacionamiento, los coches (autos) de ellos (sus compañeros) aún seguían ahí”, expresa visiblemente emocionado.
La ciudad de Chapecó está sumida en un silencio sepulcral, como si se tratase de un día festivo eterno, debido a la cercanía que había entre los vecinos y los jugadores.
“En una ciudad grande como Madrid o Barcelona, los aficionados solo tienen contacto con los jugadores en el estadio, pero aquí no. Aquí la hinchada tenía contacto con ellos en los bares, en las escuelas y la proximidad del club con la ciudad es muy grande”, reconoce el psicólogo.
Las puertas del estadio siguen abiertas para todos aquellos que quieren dar un último adiós a sus ídolos y amigos y esta noche habrá una vigilia con velas con una afición vestida con la camiseta blanca, color de la segunda equipación del “Chape”.