Un medio de comunicación social que, como es el caso de EL IMPULSO, critica la opacidad oficial, la falta de transparencia en el manejo de los asuntos públicos, está obligado a mantener con sus lectores una relación fluida, clara, honesta.
Es, pues, una razón ética, la que nos motiva a informar, sin el ánimo de atosigarlos con el crónico drama que padecemos por la falta de papel, acerca de las novedades que se van produciendo en los trámites que, mes a mes, realizamos con la Corporación Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), del Gobierno, para la adquisición de las bobinas de papel periódico que nos son despachadas a cuentagotas, con una angustiosa espera hasta el último minuto, justo el que sella el tope para dejar de circular, rodeado todo ese proceso de un pasmoso silencio, de improviso interrumpido por mensajes informales, confusos, generadores de incertidumbre.
La semana pasada dimos cuenta, en estas páginas, de que se agotaban nuestras reservas de papel. Otra vez trabajábamos al filo de una cuenta regresiva. Sólo teníamos garantizada la edición del miércoles, y eso gracias al préstamo, que agradecemos, de unas bobinas, bajo el compromiso de su reposición inmediata. Atravesábamos por esta situación, agobiados, además, a causa de las devastadoras noticias que nos llegaban de otros medios impresos, especialmente los del estado Zulia (El Regional, La Verdad y Qué Pasa), acorralados por la misma tragedia.
Sólo para acortar esta historia, por desagradable, diremos que el jueves 1° de diciembre, en horas de la mañana, recibimos por parte de la Corporación Maneiro un lote de papel que, pese a todos los ahorros y sacrificios que podamos ensayar, nos alcanzará, apenas, para salir a la calle, en el cumplimiento de este sagrado deber de informar, hasta los días de Navidad. ¡Qué aguinaldo nos depara San Nicolás!
Anticipándonos a semejante escenario, esta empresa editora intentó activar, sin pérdida de tiempo, el pedido de una remesa que cubra la brecha que es dable avizorar, la que va desde el asueto navideño hasta la formal, y lenta, reanudación de las actividades burocráticas del año entrante, pues es de suponer que durante esas jornadas festivas será más difícil aún hasta lograr un acuse de recibo de cualquier requerimiento, y una verdadera odisea la concreción de un despacho oportuno de papel.
Todos estos días, ante cada una de nuestras justificadas insistencias, la respuesta oficial vuelve a ser la misma que se suele anteponer: el silencio, la ausencia absoluta de información. Un mutismo que envuelve a esta gran familia periodística en una indeseada y desgastante turbación. Tememos, por tanto, que el fantasma del cierre persista en rondar a éste y a muchos otros periódicos, atormentándonos precisamente en fechas tan proclives más bien a la serenidad, al recogimiento espiritual, al favorable ejercicio de recargar energías. De manera que contamos con papel a medias, en vísperas del aniversario número 113 de la fundación de este diario, ocasión que la Providencia quiso marcar un primero de enero del año 1904, en Carora, cuando a los ojos del país se estrenaba lo que habría de ser un largo período histórico de paz, como símbolo de promisión, de esa esperanza tan terrena en el florecimiento de un mañana mejor.