La frase atribuida a Napoleón Bonaparte en el momento más patético y crucial de su retirada de su Rusia, en el sentido de que: “De lo sublime a lo ridículo, no hay más que un paso”, puede ser perfectamente aplicable a la MUD, la organización de partidos democráticos venezolanos que, luego de encabezar la histórica victoria parlamentaria del 6D del 2015, inició un comportamiento ambiguo, de marchas y contramarchas, de retórica ardiente pero de realizaciones tibias, a veces atisbando la verdad pero sin atreverse acercársele y, en definitiva, finalizando un 2016 del cual muchos piensan es el cierre de un capítulo honroso, pero sin futuro, en la historia política del país.
La gran pregunta es: ¿Qué pasó, que falló, se desarticuló y por qué después de anunciar el fin del gobierno de Maduro este mismo año, o que cesarían los magistrados exprés del TSJ, o se nombrarían los nuevos rectores del CNE, Maduro sigue ahí, los magistrados son un poder que ha anulado a la AN, y la iniciativa de nombrar los rectores falló ayer porque dos diputados de UNT y uno de AD no hicieron qourum?
¿Puede explicarse semejante desorden, falta de organización, e inconsecuencia con la democracia y puede admitirse la declaración del presidente de la AN, Henry Ramos, de que la responsabilidad de los diputados ausentes es personal, y en absoluto, atribuible a las organizaciones que representan?
Pienso que las respuestas a estas preguntas son la falta de Unidad, la tendencia de los partidos y sus líderes a coincidir sobre aspectos y cuestiones coyunturales, pero en las estratégicas y estructurales dividirse, bien sea porque no convienen a los intereses candidaturales de sus jefes, o a los de su partido o facción.
También hay graves problemas con la falta de convicción, en no aceptar que las convicciones desbordan las simplezas, las nimiedades y por sostenerlas se debe desafiar a los amigos, cofrades y hermanos en la lucha.
Citaría un primer caso: el de las divergencias entre Julio Borges y Henry Ramos por la forma en que este último condujo la Asamblea Nacional desde el ejercicio de la presidencia, según el parecer de Borges, demasiado confrontacional con el resto de los poderes, y, desde luego, con escasa posibilidad de cumplir lo prometido si se buscaba rendir al gobierno “por la fuerza” y no “por la negociación”.
Era, desde luego, una opinión de primerísima importancia, que Borges debió poner de primero en la agenda, como no hubieran dudado en hacerlo Betancourt o Caldera, por ejemplo, pero que el Secretario General de PJ prefirió pasar por alto, pero ya cuando los daños –si se habían cometido-eran irreparables.
Y con razón o sin razón, Ramos, siguió con su liderazgo carismático y confrontacional, con resultados, desde luego, muy por debajo de las expectativas e infiriendo un déficit a la oposición y a la democracia que Julio Borges pudo evitar porque sus convicciones no le indicaban otra cosa.
El segundo caso que quiero citar es el de UNT, el partido de Manuel Rosales y su peculiar internacionalista, Timoteo Zambrano, y es que, desde la reunión prediálogo instrumentada por Maduro y sus compinches de la UNASUR, -los expresidentes, Samper, Zapatero, Fernández y Torrijos- el 28 de mayo en Punta Cana, Timoteo Zambrano había sido un actor principal en el diálogo, lo cual no se explicaba, si como aclaró después la MUD, se había presentado a Punta Cana, solo a “explorar”, pero jamás a participar en un diálogo.
Pero el asunto, Timoteo Zambrano, no terminó ahí, sino que este personaje siguió trabajando “en el diálogo” que rechazaba la MUD, llevaba visitantes extranjeros para que se entrevistaran con presos políticos para que participaran en el diálogo (caso Zapatero-Leopoldo López) pero con la venia o permiso de la Unidad, puesto que jamás fue desmentido.
Al final, -hablo de los meses de septiembre y octubre- hubo fuertes críticas contra las actividades de Timoteo Zambrano en los partidos y las redes, y Chúo Torrealba, Secretario Ejecutivo de la MUD, hizo un anuncio de que el “dialogante” ya no estaba en la MUD, ni en los partidos de la MUD, pero en la noche del 30 de octubre cuando se anunció desde el Museo Alejandro Otero de la Rinconada que se iniciaba un diálogo gobierno-oposición, por supuesto, que el primer chicharrón de la cazuela, era Timoteo Zambrano.
Hago este preámbulo, preludio o exordio –como lo queráis llamar- para referirme al verdadero error, fracaso o catástrofe de la MUD, como fue su participación en el diálogo instrumentado por Maduro y sus compinches con la bendición y respaldo del Papa Francisco, y no porque creyera que per se fuera malo, sino porque la MUD lo había negado repetida veces, y, lo que es más importante, se mete en la trampa o infierno del diálogo para apartarse de una estrategia que desde abril, pero sobre todo en septiembre y octubre, había dado excelentes resultados.
Era la idea de Henrique Capriles, asumida por la MUD, de que la vía más franca, expedita y rápida para salir de Maduro era el Referendo Revocatorio, primero porque era electoral, y segundo, porque era Constitucional.
Pero sobre todo, agregaba Capriles, porque movilizaba al pueblo, a las masas y no hay nada a que la dictadura le
tenga más miedo, que a las masas en movimiento.
Es cierto que, como afirmaban algunos críticos del RR, este se desplomaría en cuanto las rectoras del CNE, y el TSJ anularan o atrasaran las decisiones que tenían que tomar para su realización, “pero no es suficiente” decía Capriles y los partidos que se le habían unido: “Voluntad Popular”, “Vente Venezuela” y “Alianza Un Bravo Pueblo”-porque el RR puede continuar siendo realizado por el pueblo, el cual puede producir el veredicto de revocarle el mandato a Maduro sin contar con la autorización de organismos ilegítimos y absolutamente corruptos”.
Y así pudo continuar una estrategia que tenía temblando a Maduro, y a Cabello y a Padrino López, cuando, a finales de octubre, el exlíder autobusero se apareció en Caracas de un viaje que realizaba por países de la OPEP tratando de resucitar los precios del petróleo, pero en realidad más centrado en darse una vuelta por el Vaticano y convencer al Papa Francisco para que convocara un diálogo entre gobierno y oposición en Venezuela bajo sus auspicios y bendición.
Habría libros y tratados que escribir para explicarse por qué la MUD que, horas antes tenía a Maduro al borde de un colapso político e institucional, salió a dejar su agenda exitosa para unirse a la presumiblemente envenenada de Maduro y el Papa, pero otra vez la oposición o rechazo no confesado entre Julio Borges y Henry Ramos nos hace cabriolas en el teclado, aunque la variable, Henry Capriles, también nos hace señas.
Empezando por esta última, era evidente que la mayoría de los líderes y partidos de la MUD estaban convencidos que de triunfar la agenda del RR, fuera la convocada por el gobierno, o por el pueblo, unas elecciones subsiguientes tendrían a Capriles de primero para las elecciones presidenciales y ciertamente, ni Borges, ni Ramos, estaban de acuerdo con esta sucesión.
Por eso, pudieron coincidir los dos en aplazar sus aspiraciones para el 2018 y transarse en una coexistencia con Maduro, vía las elecciones para gobernadores y alcaldes del 2017, y la emergencia de un poder compartido.
Claro, sin suponer uno y otro que con el diálogo Maduro buscaba su sobrevivencia, y no la de la Borges y Ramos, que, a todo evento, les resultaban incompatibles.
De ahí que, el colapso del diálogo, sea también el colapso de la MUD y especial el de los partidos y los líderes que entraron en el pozo séptico de Maduro y Cabello sin máscaras de oxígeno.
En otras palabras que, derrota para la falta de unidad y la falta de convicciones y victoria para los partidos y fuerzas emergentes que, no dudamos, sabrán correctamente interpretar el mensaje del 6D del 2015 y terminarán arrollando una dictadura totalitaria como la de Maduro y los ocupantes cubanos, que no se detendrán hasta convertir a Venezuela en un amasijo de sangre y cenizas.