Desde el pasado jueves 15 de diciembre, luego que el “marrón” como se ha bautizado al moribundo billete de 100 Bs. que en los últimos tiempos pasó de ser el billete de mayor denominación a prácticamente ser el único billete en la economía venezolana, pues dado a la incontrolable inflación, es el único (hasta ahora) que es factible para ser utilizado para pagar los altos precios de los productos en Venezuela. Los demás billetes, son prácticamente inservibles, reportó El Ají.
El billete de 100, representa el 70,6 % de los que circulan en la economía venezolana, por lo que retirarlo de manera radical como lo decidió el Presidente Maduro, en un plazo de apenas 72 horas, suponía una misión suicida puesto que no hay en Venezuela otros billetes llenaran el vacío que dejaría “el marrón”. Las consecuencias, eran absolutamente previsibles.
Luego que se materializara la muerte de “el marrón“, que paradójicamente lleva la imagen de El Libertador, Simón Bolívar, las consecuencias eran absolutamente previsibles. La sociedad venezolana se vio sin posibilidad de contar con dinero en efectivo para hacerse de bienes y servicios que en muchos casos son pagables únicamente en dinero contante y sonante. Tal es el caso de la gasolina, puesto que casi ninguna estación de servicio en el país cuenta con punto de venta electrónico. Otro escenario no contemplado, es el alto porcentaje de venezolanos que no tienen cuentas bancarias, por lo que hacer compras utilizando medios electrónicos como pretendió el ejecutivo nacional, es una misión imposible.
Al momento que, el billete de 100 perdió su valor monetario legal, la sociedad quedó obligada a utilizar los otros billetes que prácticamente no existían y que su inventario en la economía venezolana es totalmente insuficiente para satisfacer el nuevo requerimiento impuesto desde la presidencia de la República. En poco tiempo, esa mínima cantidad de efectivo alterno, desapareció de las manos de los venezolanos. Surgía entonces la pregunta ¿y ahora qué?
La respuesta popular no tardó en llegar y mucho menos las acciones. En varios estados del país, principalmente en los fronterizos, se registraron múltiples focos de protestas que en algunos casos se tornaron más violentos que otros y; en consecuencia, se agudizaron con el tiempo y la falta de acción por parte de los entes gubernamentales, específicamente, los organismos de seguridad ciudadana. Sin embargo, algunos puntos de protesta fueron menguando con el tiempo, pero hay uno que no solo se ha mantenido, sino que se ha intensificado. Ciudad Bolívar.
El caso de la capital del Estado Bolívar, ha repercutido en la sociedad venezolana, pero quizás no tanto como debería ser. ¿La razón? la opacidad de la información que por cuidado a al veracidad que ha salido desde la región del sur, los medios de comunicación nos hemos cuidado en las reseñas a publicar. Algunos, sencillamente han optado por un silencio complaciente o quizás por cuidado a no ser visitados por la policía política del Estado.
De manera superficial, la revuelta popular en Bolívar se adjudica a la falta de dinero en efectivo. Sin embargo, comunicadores sociales locales comparten en los orígenes de las manifestaciones y muchos concluyen que la falta de billetes es la excusa, sin embargo, no las razones de fondo. Éstas, serían un entramado de vínculos delictivos que durante años se han afianzado en la región minera con una actividad comercial fronteriza con Brasil, que a raíz del cierre ordenado por Nicolás Maduro, cortó una importante vía de flujo monetario tanto legal como ilegal.
En el siguiente video, se muestran unos ciudadanos, quienes dan fecha y hora con un reloj de lujo y se observa y escucha a otro con acento brasileño mostrando grandes cantidades de dinero en efectivo. Específicamente billetes de Bs. 100 y 50.
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