Dos críticas al castrismo

Dos críticas al castrismo

REUTERS/Carlos Garcia Rawlins
Dos niños desfilan con el retrato de Fidel Castro en la semana de duelo oficial por su muerte / REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

 

“Embargo” es la llave mágica del castrismo y sin embargo encierra una falla de argumentación monumental, una incoherencia tan grande que una vez identificada lo que revela es un acto de fe: el carácter religioso del castrismo.

Por José Ramón López Rubí Calderón | Revista Replicante





Fidel Castro ha muerto y los castristas repiten su defensa: la Revolución cubana y Fidel serán más que absueltos por la Historia, por sus logros en educación y salud, y porque siempre tuvieron en contra el embargo. Son las mejores armas del castrismo —educación, salud, embargo— pero su filo está gastado y nunca ha sido mucho. Veo más de un problema, de ética, lógica y falta de contexto en ese par de argumentos. Es perfectamente posible y válido criticarlos. Necesario también. No son las derechas sino los derechos, y los hechos…

Con logros en educación y salud dicen “salud universal” y alfabetización total e índices altos de escolaridad. “Todos” y “mucho”: al final real, un argumento simplemente cuantitativo. Por tanto, una evaluación deficiente. Aquellas tres cosas me gustan e importan, pero no son lo más importante y sí son insuficientes. Más importante que la cobertura en espacio y tiempo (cuánta población, cuántos años) es la calidad, y tengo dudas sobre ella en Cuba: sobre el nivel real a lo largo de los sistemas públicos de educación y salud, y sobre si éxitos de las primeras décadas del experimento sólo son pasado. La naturaleza misma del régimen, prodigio de cerrazón, hace más complicada y dudosa la información; si la información disponible no es de la mejor calidad, la información sobre la calidad es menor y muy poco confiable. ¿Qué tan bueno es en todas sus partes el sistema de salud que, se supone, está en todas partes? La cuestión es la universalización con calidad, pues puede ser que lo que se vuelva universal sea la mediocridad o la precariedad, igualmente injustas e indefendibles. En el mismo sentido, no es igual pasar muchos años en una escuela que aprender por muchos años lo que te sea mejor y necesario. Pero incluso si suponemos que la calidad es alta en general, el problema persiste, porque no basta. Cantidad sí, pero no sola: calidad, aunque tampoco sólo…

Entra la Libertad. ¿Qué no pueden leer y escribir todos los cubanos que saben leer y escribir? Si perseguimos el discurso, ¿dónde quedan las demás dimensiones de una nueva sociedad superior? En Cuba no hay, por ejemplo, libertad de expresión y asociación. Tampoco de movimiento. El movimiento que se da es otra migración, migración de huida, que no se da donde hay libertad bajo un Estado democrático de Derecho (no es México, por cierto), aunque no haya las mejores condiciones socioeconómicas (sin que necesariamente se justifiquen las que existan). Tampoco hay democracia, bajo ningún concepto. Ni riqueza socialmente generalizada ni suficiente igualdad hacia arriba, lo que significa que la igualdad socioeconómica se dio al revés del deber ser. El rasgo definitorio de la cotidianidad popular es la escasez. Y la escasez no fue ni puede ser la promesa socialista. Nada bueno para el ser libre.

 

Página de un libro de texto para niños cubanos.

 

Por su parte, la salud puede tomarse como fin pero también es medio. Tiene que serlo. Mas no vale como medio si se trata de estar sano sólo para obedecer. Y la educación sólo puede ser cabal y socialmente válida como medio: el medio ilustrado de y para una libertad individual no antisocial, (in)justamente lo que en Cuba no es. La educación de la que hablan los castristas no sirve para gran cosa a la gran mayoría de los cubanos. ¿Qué pudieron hacer con ella bajo Castro? ¿Convertirla en qué cuando no hay libertad ni riqueza suficiente? Si Fidel les dio educación, después les impidió usarla… Una de las peores formas de reducir la educación a diploma, cualquier papel. Si las oportunidades sin educación de calidad pueden ser un desperdicio, la educación sin oportunidades indudablemente se desperdicia. Corolario del deber: ni libertad institucionalizada sin educación y salud públicas de calidad ni salud y educación garantizadas sin libertad real. El contrario castrista no es precisamente defendible. ¿Culpa del embargo?

Si suena raro defender al Líder y toda la experiencia revolucionaria —los orígenes y resultados de un proyecto de transformación de todas las estructuras de la sociedad— usando solamente dos subsistemas estatales, la defensa castrista llamada “el bloqueo” —la “explicación” del efecto total maligno, antisocialista y antifidelista, de leyes como la Helms–Burton— es aun más rara. Sostengo un nuevo análisis, una lectura distinta: la tesis de Fidel sobre el embargo es una manipulación contradictoria que valida al capitalismo. Y los castristas de medios y de a pie no lo ven. La tesis implica que el éxito de su Cuba dependía del capitalismo, al depender de cierto comercio internacional. Dice que los frutos del socialismo, su tamaño y madurez, dependían necesariamente de la competencia comercial y de la cooperación capitalista, simultánea y previa ¡de Estados Unidos! Que el embargo eso es, bloquear relaciones comerciales entre cubanos y gringos. El castrismo “embarguista” es lo mismo que decir “no pueden criticarme, porque nos hubiera ido mejor si el capitalismo del imperio no hubiera rechazado ser buen cliente”. ¿Qué dice esto sobre el modelo económico de Castro? “Sospecho” que si un socialismo se queja de que el capitalismo no lo ayuda, ese socialismo es un fracaso.

“Embargo” es la llave mágica del castrismo y sin embargo encierra una falla de argumentación (no de propaganda) monumental, una incoherencia tan grande que una vez identificada lo que revela es un acto de fe: el carácter religioso del castrismo. Repito: “es el embargo” es apelar al comercio con capitalistas, culpar a la necesidad que se tiene de ellos y disculpar con esa imposibilidad comercial los males de anticapitalistas. Así, el castrismo termina yendo contra el capitalismo pero no por una vía anticapitalista sino por la del cliente frustrado o el socio insatisfecho y desechado. Un absurdo. Por lo mismo, es evidente que la Cuba castrista no cuajó económicamente, que no se volvió sostenible, que no hubo bases productivas y de riqueza nacional suficientes. Por eso el socialismo fue una distribución igualitaria de la pobreza de ingreso y patrimonio, y finalmente de capacidades, entre la mayoría de los cubanos, en vez de la distribución igualitaria de una gran riqueza que haya sido entonces internamente producida. Si ese socialismo hubiera sido completo y exitoso, autosustentable y eficaz, el embargo no tendría mayor importancia o ningún sentido. Pero no es así. El “bloqueo” ciertamente no ayudó a Cuba pero ni da la razón a los que la pierden por Fidel ni es culpable de todos los males de la isla, como ha demostrado Samuel Farber desde la izquierda misma (Cuba Since the Revolution of 1959. A Critical Assessment, Haymarket Books, 2011).

No creo que la Historia absuelva a Castro. No porque literalmente todo haya sido malo en la Revolución cubana sino porque la mayoría de los resultados son negativos. Están muy lejos de la utopía pero también de lo mejor del Desarrollo como calidad integral de vida. ®