Robert Gilles Redondo: La rebelión del 52 en la Venezuela de hoy

Robert Gilles Redondo: La rebelión del 52 en la Venezuela de hoy

thumbnailRobertGillesRodondo

El pasado 24 de diciembre se cumplieron 64 años de la publicación del manifiesto “A la rebelión civil llama Acción Democrática”, redactado por Alberto Carnevali en la clandestinidad. Este texto que he decidido evocar en esta oportunidad constituye, sin lugar a dudas, una pieza excepcional de valor cívico y amor por Venezuela que ha recobrado la mayor de todas las vigencias en este trágico momento de nuestra historia.

Alberto Carnevali, nacido en Mucurubá, estado Mérida, es una figura histórica de paso fugaz llamada a realizarse plenamente en su tiempo, aunque hoy poco conocida, que perteneció a la eximia generación que durante el siglo XX condujo a nuestro país en la resistencia iniciada entre 1928 y 1958, logrando de forma admirable la consecución de la democracia y la consolidación de la clase política más importante, en el sentido de lo que determinó, en nuestra historia republicana. Generación en la que resalta la indubitable figura patriarcal de Rómulo Betancourt. No hay espacio para las vacilaciones en estas afirmaciones. Quienes constituyeron la dirigencia opositora desde la generación del 28 hasta la caída del general Marcos Pérez Jiménez, moldearon el pensamiento político de la Venezuela democrática, dieron lecciones sublimes de entrega –hasta el sacrificio mayor como Ruiz Pineda- y fervor nacional.





Carnevali es un ejemplo preclaro, como tantos otros, del venezolano que decidió ser libre después del casi siglo y medio de vacilaciones que gastamos entre caudillos y temerarios dictadores. Y vertebraron la amorfa identidad nacional perdida en los ideales mesiánicos que agraviaron el sentido de la Independencia del Reino de España que iniciamos el 5 de julio de 1811.

El sentimiento de horror y rechazo que experimentan hoy los venezolanos sólo puede encontrar desahogo en la rebelión, rebelión entendida como derecho a la legítima defensa, a la resistencia a la opresión. Cada día que pasa queda claro que, ante la saña con la que el régimen totalitario de Nicolás Maduro se empeña en destruir lo poco o casi nada que resta de país, no hay salida consensuada, que es necesaria la ruptura definitiva. No se trata de soportar la espera, el parto pues a la larga puede ser muy doloroso. Es necesario demoler sin más “tiempos extras” este amargo y ominoso trayecto.

En este proceso inevitable al que todos debemos concurrir, la Fuerza Armada Nacional, al menos en su joven oficialidad, está llamada a ser protagonista fundamental, sin más vacilaciones. Pueblo y Fuerza Armada estamos obligados a levantarnos de todas las mesas en la que nos hemos sentado y nos han sentado con servil conformismo e inaceptable cobardía ciudadana e histórica.

Frente al futuro, si en verdad lo ansiamos, no tenemos más opciones. Tenemos que derrotar las infalibilidades con las que se nos pretenden imponer, bajo el seudónimo de la unidad, más calamidades, más ultrajes a nuestra dignidad nacional. No puede haber coexistencia, no puede seguir habiendo calma. Nuestra patria, Venezuela, está en un gravísimo proceso de descomposición y disolución que debemos detener ¡ya!