Cuando el vicepresidente Germán Vargas Lleras llamó a los venezolanos “venecos” pocos imaginaron que la expresión -para unos insultante, para otros simplemente desenfadada- terminaría por crear una bola de nieve política.
Por Revista Semana (Colombia)
Además de generar una polémica interna, en torno a si se trataba de una frase despectiva hacia los ciudadanos del país vecino, Venezuela no tardó en reaccionar. Nicolás Maduro llamó a Vargas Lleras xenófobo y lo acusó de incitar al odio. El expresidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, fue más allá y, en medio del programa de televisión Con el mazo dando, lanzó un insulto impublicable.
Pero Vargas Lleras no se quedó callado. Y le dijo a los periodistas colombianos en una rueda de prensa que Diosdado era un “patán”. Con los ánimos caldeados y los micrófonos encima, la discusión fue creando una especie de río revuelto en el que hasta el expresidente Álvaro Uribe entró a pescar.
“Santos, incapaz de enfrentar a la dictadura, reprende al vicepresidente que le da un cariñito a Diosdado al decirle apenas patán”, escribió Uribe en Twitter.
Y fue entonces cuando el desafuero se trasladó al interior del propio Gobierno colombiano. Vargas Lleras publicó dos trinos que llevaban implícita una buena carga de ironía. “Desde esta mañana, cuando me preguntaron sobre el tema, expresé que no esperaba ninguna acción de la @CancilleriaCol, y mucho menos su ayuda”.
Y minutos más tarde agregó: “Sra Canciller, comprendo bien que se mantenga al margen en este caso, como en muchos otros lo han hecho usted y la @CancilleriaCol”.
En un tono muy sutil, el vicepresidente le estaba reclamando a María Ángela Holguín el no haber salido en defensa suya. Y la funcionaria, al ser consultada por La W, no tuvo reparos en ser franca: “Lo único que puedo decir es que en este momento en que comienza a calentarse el ambiente electoral y muchas de las declaraciones responden a esto, yo sí prefiero mantenerme al margen de cualquier comentario. No voy a entrar en una polémica con el Vicepresidente, somos parte de lo mismo”, expresó Holguín.
El presidente Juan Manuel Santos entró a terciar pero en un tono más neutro al decir que tanto Holguín como Vargas Lleras simplemente “deben obrar de acuerdo a sus fueros”.
Lo cierto del caso es que las declaraciones de la Canciller le estaban apuntando a ese inocultable panorama que por estos días permea la agenda nacional: las elecciones presidenciales de 2018.
En tal sentido, la discusión del vicepresidente con Venezuela tiene varias lecturas. Para nadie es un secreto que Vargas Lleras es uno de los más fuertes candidatos para suceder a Santos.
Y es muy posible que sea justamente el vicepresidente quien salga más beneficiado de todo el embrollo que él mismo creó, con o sin intención. PCon sus declaraciones, Vargas Lleras deja claro cuál será su talante de candidato y de gobernante, si gana las elecciones. Y en un partidor tan competido, su postura férrea hacia el modelo chavista es una bandera atractiva para la mayoría del país, en especial para uribistas y conservadores.
Desde que entró a ser parte del Gobierno, primero como ministro del Interior, luego como jefe dela cartera de Vivienda y posteriormente como Vicepresidente, Vargas Lleras ha manejado el complejo equilibrio entre ser fiel al gobierno que representa, pero a su vez desmarcarse del lindero que encierra el proceso con las FARC.
El no aparecer en público en momentos claves como el día en que se firmó la paz con la guerrilla en el Teatro Colón, en noviembre pasado, no constituyó un simple descuido. En el mundo político eso tuvo sus efectos. Una postura clara frente al Gobierno venezolano, en campaña quitará o pondrá muchos votos. Y Vargas Lleras lo sabe.