La desesperanza inunda a toda la Nación. Desde el más remoto sector popular de Caracas hasta el Country Club y el exilio venezolano, hay una huella de pesimismo que parece arroparnos sin tregua. Un Gobierno carente de legitimidad y arraigo popular hace uso de su recurso propagandístico, de rumores y medios para hacerse notar muy fuerte, cuando la verdad es que desmorona lentamente.
Me tocó ser candidato a diputado por la oposición en el circuito más complejo y difícil desde el punto de vista político en 2010, cuando Hugo Chávez vivía y su reino parecía no tener fin. Era una mayoría sólida en los sectores populares con quien tuve la necesidad de compartir y convivir. Era otro país, presos de un engaño que más tarde pagarían con creces. En los meses siguientes, con un esfuerzo sólido y con un mensaje claro, logramos desmontar ese famoso blindaje, remontamos la cuesta y por muy poco no alcanzamos un triunfo inesperado.
Esto lo traigo a colación porque la desesperanza producto de la espantosa crisis económica no nos deja mirar claro el panorama. El fin de la era chavista se acerca estrepitosamente, la falta de criterio y el desespero del Gobierno los hace utilizar el arma típica de un gobierno agónico: la represión. La cantidad exorbitante de detenciones no sólo las políticas sino a los ciudadanos que protestan en las colas interminables producto de la escasez, demuestran una falta de legitimidad popular que terminará por llevárselos por delante. Quienes hoy ocupan cargos de poder son presos de sus propias torpezas.
El ataque sin piedad a Voluntad Popular, la obsesión permanente hacia Henry Ramos Allup y el sin fin de improperios que recibe la Iglesia, por citar solo algunos ejemplo, son parte de un sistema agonizante que observa con desesperación el fin de una época. Es un Gobierno atado a sus propias miserias y carencias, sin liderazgo, sin rumbo y en medio de la más terrible incertidumbre.
Varianzas, en su reciente estudio de opinión en el municipio Libertador, sede de los poderes públicos, revela que casi 77% de los caraqueños del oeste opina que el gobierno va por “mal camino” y 70% opina que Maduro debe irse este mismo año. Síntoma inequívoco que la avalancha contenida de descontento popular se hace cada mayor y el Gobierno pretende hacer un dique de anime que cada vez es más frágil y peligroso. Esto no era así hasta hace un año. Entiendo que mucha gente, después de tantos años de lucha pierda fe y la crisis de hambre que nos asola hace que perdamos la esperanza de un cambio. Ya hemos remado bastante, es el momento de cargar baterías y no desmayar.
La transición comenzó. Las elecciones de gobernadores y alcaldes van a darse este año, no hay que recoger firmas para eso ni estar llenando planillas. Es una obligación constitucional y una fase fundamental del desmontaje de esta absurda etapa histórica. Tratar de decir que con eso “perdemos el foco” no es más que una soberana pendejada y hacerle el juego a unos funcionarios que tienen su tiempo contado.
Polonia, Chile, Argentina, Uruguay, República Dominicana y otras naciones del mundo tuvieron que padecer momentos muy difíciles para conseguir restablecer su democracia, nosotros debemos hacer lo propio. ¿Quién dijo que la conseguir la libertad sería fácil? Calma y cordura, que la democracia está cerca.
Sin ánimo de parecer utópico o idiota, pero yo estoy más optimista que nunca. La educación es el camino y la ruta para seguir adelante, para desmontar la falsa polarización y reunificar a la nación entera para lograr borrar al caudillismo primitivo, rescatar el Estado de Derecho y remontar la cuesta hacia el desarrollo. Mucho por hacer pero, permítanme recordarles que educación es solución.
Antonio Ecarri Angola
Presidente de la Fundación Arturo Uslar Pietri