El pasado 4 de febrero se cumplieron 25 años del intento de golpe de estado de Chávez. También por estos días, el espantoso régimen chavista llegó a 18 años en el poder… ¡Se dice rápido!
Una de las cosas que ha caracterizado esta época ha sido el abusivo uso de la propaganda (que no de la publicidad) y la inescrupulosa utilización de la manipulación de la gente (que no del mercadeo).
Estos años han estado llenos de “frases-cohete”. Esas que se construyen cuando se llenan tres columnas de palabras impactantes o altisonantes, y luego se hacen combinaciones.
También hemos asistido al ‘re-bautizo’ de todo aquello que se les ha ocurrido. Desde ministerios, viceministerios, institutos autónomos (¿autónomos?… eso ya no existe) y hasta de la denominación de la República de Venezuela.
Una frase usada hasta la saciedad que nos dejó el difunto es aquella de que “dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada”.
Por supuesto, esto no ha sido sino otra mentira más. Repetida mil y una veces, pretenden que se convierta en verdad.
En la realidad política, lo que el régimen chavista-madurista ha desarrollado es una continua práctica supra-constitucional, según la cual todo aquello que pueda ser considerado como “revolución” es permitido, no importa que esté o no plasmado en la propia Constitución o en las leyes.
Lo que de verdad ha ocurrido se resume en “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, nada”, frase que acuñó el propio Fidel Castro en un discurso en Junio de 1961 y que Chávez modificó a su conveniencia.
No debería esto a nadie extrañar. Porque ese es uno de los principios de los regímenes comunistas. Todo aquello que sirva a expandir y aumentar el grado de acción de la “revolución” no sólo se puede hacer, sino que se debe hacer.
El objetivo no es “hacer una revolución” que conduzca a que el pueblo viva mejor, o a que disfrute de un mayor grado de felicidad.
De lo que se trata es que, bajo el argumento revolucionario – tan siempre seductor, idealista y mágico – unos pocos se queden con todo el poder y el dinero de una nación, y disfruten del botín por generaciones.
Son los evidentes casos de Cuba con los Castro y de Corea del Norte con la familia Kim, por poner sólo dos ejemplos. Y es lo que se intenta que pase en Venezuela, con la nomenclatura que gira alrededor de Maduro y Cabello.
Para ello, cuentan con una parte importante del pueblo ignorante de sus verdaderos derechos, dependiente de las dádivas del Estado e incapaz de reaccionar. Y también con la esperanza de que, quienes conscientemente se oponen o resisten, se rindan finalmente, o se terminen de ir del país.
¡Qué maravilla sería para la banda de Maduro y Cabello quedarse en el poder, con un país de sólo, por ejemplo, 15 millones de habitantes, y un chorro abierto de petróleo asegurado!
Bajo el argumento de que dentro de la revolución se permite todo, el régimen venezolano, en su locura, está llegando a extremos muy peligrosos, convirtiendo a la Constitución venezolana en un trapo.
Por ejemplo, ha decidido suspender hasta nuevo aviso cualquier proceso de elecciones, sabiendo de antemano que lo pierde. Ya la experiencia del 6D les resultó suficiente. Hasta no constatar que tienen chance claro de ganar, aquí no habrán elecciones.
Dentro de esta lógica perversa, podrían ilegalizar el principal partido de oposición, la MUD, lo cual les permitiría realizar unas elecciones sin la oposición, copiando el novedoso y efectivo estilo nicaragüense. Ganarlas por forfeit, pues.
La premisa es que si en Nicaragua no pasó nada, por qué algo habría de pasar en Venezuela. Uno se pregunta… ¿se atreverán a clonar ese procedimiento para aplicarlo aquí?
Igual de grave: una reciente sentencia del Tribunal Supremo de Justicia – TSJ – contiene insólitas implicaciones que podrían llevar a prisión a todos los diputados de la oposición, acusándolos de desestabilización, subversión y traición a la patria.
Esta vía les abriría el camino para designar una directiva netamente chavista y, sin más trámites, el Poder Legislativo volvería a sus manos. Literalmente, un asalto a la Asamblea Nacional.
Estas y otras son amenazas que este año nos depara, en el entendido de que tenemos enfrente un régimen desesperado por mantenerse en el poder. Sabe que sus probabilidades de recuperarse son nulas. Y tiene enormes cuentas pendientes, individuales y colectivas, que rendirnos a los venezolanos.
La necesidad de restablecer la vigencia plena de la Constitución – “fuera de la Constitución nada” – se hace cada vez más imperativa.
@BHorande