Ya lo veníamos diciendo, a la MUD hay que reestructurarla, de eso no cabe la menor duda; y respecto a eso, debemos abogar no solo por una modificación estructural en sí misma, sino también por un cambio de visión, es decir, un giro de 180º grados respecto a la forma de concebir la praxis política. Ciertamente, un axioma que todos damos por sentado es que el problema de Venezuela, más allá del chavismo, es cultural; sí, suena chocante pero es la verdad, acá tristemente nos hemos acostumbrado a perseguir el poder como fin último de nuestras metas, y no como una herramienta para el bien común.
En efecto, nada hacemos cambiando de gobierno si preservamos las “viejas costumbres”. Lo que realmente necesita Venezuela es sustituir al sistema político. Demasiado tiempo hemos pospuesto lo realmente importante, a favor de lo urgente. Sin dudas, el cambio debe empezar en casa, no podemos pretender cambiar a Venezuela si no hemos cambiado nosotros mismos. Es menester la revisión interna, la reflexión y auto critica; no solo de la estrategia, sino también de los principios y valores que nos impulsan en la lucha contra la tiranía.
El deber ser dicta que los partidos sean organizaciones civiles que persiguen fines políticos, impulsados generalmente por una ideología, que implica propuestas y contenido doctrinario, casi siempre alusivo a la forma de abordar la sociedad. De este modo, se entiende que en una democracia sana deben existir partidos políticos para todos los gustos y caracteres, siendo que cada ciudadano interesado en hacer vida política, buscará plegarse al partido que guarde mayores semejanzas con su propia cosmovisión.
En Venezuela, milagrosamente, a pesar del peligro intrínseco que entraña identificarse como miembro de una organización opositora (o al menos incómoda) en plena dictadura, hay movimientos y partidos para buena parte del espectro ideológico: Voluntad Popular (Progresismo con base Social-Demócrata), Primero Justicia (Humanismo Laico), Acción Democrática (Social-Demócrata), COPEI (Social-Cristiano), Causa R (Demócrata Radical con tintes Marxistas), Partido Comunista de Venezuela (Marxista-Leninista) y el Movimiento Vente Venezuela (Liberal, pero pragmático). Desde luego, existen otros partidos, pero no buscamos un análisis pormenorizado, sino solamente ilustrar la situación.
Ahora bien, habiendo leído lo anterior, existe meridiana claridad entre lo que es, y lo que no es un partido político. Así, encontramos que los partidos no deberían ser vistos como clubes de beisbol, en que los jugadores se cambian de equipo en busca de mejores perspectivas en su carrera, vicio éste lamentablemente muy afianzado en la política venezolana. Cierto es que acá algunos migran de partido con una facilidad que raya en lo asombroso. Sin embargo, cabría suponerse que se cambian a partidos con una ideología similar… pero no, pasan de liberales a progresistas, de marxistas a humanistas, o de humanistas a progresistas. Este poco apego a las ideologías, que supuestamente levantaban como bandera, habla muy mal del político que incurre en estas prácticas, y despierta suspicacia en el electorado.
Es importante que cada partido, consciente de su ubicación en el espectro ideológico y el papel que están llamados a cumplir en la política venezolana, profundice en la formación doctrinaria de sus cuadros (sin excepciones), de modo que se erijan como verdaderos baluartes que garanticen al electorado la fidelidad y el apego a las causas que dicen defender. Para reconstruir la confianza de la gente y revitalizar la tortuosa relación MUD-VENEZOLANOS, es necesario que los nuevos cimientos sean fuertes, y sobre todo creíbles.
Es de vital que los ciudadanos se sientan representados por los partidos políticos, y que éstos no sean percibidos como franquicias utilitarias para alcanzar el poder; de este modo, es deseable que los políticos sean fieles a las doctrinas que esgrimen, y que realmente representen a quienes ponen su confianza en ellos. Hay mucho trabajo por hacer, y muchísimas esperanzas puestas en esta restructuración. El futuro de Venezuela dependerá en buena medida de las decisiones que se tomen por estos días.
Víctor Jiménez Ures.