Juan José Moreno A.: La gestión internacional como alternativa oposicionista

Juan José Moreno A.: La gestión internacional como alternativa oposicionista

 

Tan claro como está, que por la vía institucional interna parecieran prácticamente agotados los esfuerzos, el nuevo panorama está señalando la importancia de enfatizar en la gestión internacional para lograr la ansiada salida victoriosa de la crisis general que sufre el país. Acontecimientos de inmensa trascendencia registrados en los ámbitos nacional y mundial durante los últimos días, contribuyen a señalar ese horizonte que aunque de alguna manera venía siendo explorado por algunos actores políticos, hoy luce más claro a la vista de una creciente mayoría de venezolanos y de personalidades e instituciones claves de gran parte del continente americano y más allá.

Si intentáramos un balance de la situación actual, basados en la identificación del debe y el haber, ubicaríamos en la primera columna aquellos hechos, los más reciente, que señalan las nuevas trabas para la salida institucional que los venezolanos hemos venido buscando desde los propios momentos cuando comenzaban a manifestarse los signos del desastre que se presagiaba para la paz y el progreso del país.





Entre las mencionadas nuevas trabas detectamos: la ampliación de las bandas paramilitares de amedrentamiento contra los impulsores del cambio en el país, mostradas en actividades como la conformación del llamado “Plan Zamora” y del “Desfile cívico-militar” del pasado 1º de este mes, cuando además de la intención de “enseñar los dientes” al país sobre la amenaza que representa para todos la existencia de los grupos irregulares armados de apoyo al régimen, las FANB ratificaron mediante formal proclama su inconstitucional ideología chavista; el afanoso bloqueo de la salida del país contra parlamentarios  para impedir expandir ante países amigos el grito de libertad que hoy es común entre la mayoría de los venezolanos;  la implantación del llamado Carnet de la Patria, como instrumento de control ideológico y de condicionamiento de los “favores” gubernamentales; el auténtico espectáculo chavista mostrado esta semana por quienes, como magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, se suponen representarían la garantía de imparcialidad, independencia de los poderes del Estado y garantes de primer orden del cumplimiento de la Constitución de la República; y, por si fuera poco, el saboteo contra el derecho de los ciudadanos de ejercer sus derechos al voto y al revocatorio, se pone una vez más de manifiesto con las nuevas trampas del CNE y el TSJ para cerrar definitivamente la vía electoral para renovar sus representantes y autoridades gubernamentales, adoptando el oprobioso sistema que actualmente adopta el régimen nicaragüense. Todo esto sin contar, el peligro que representa la designación de un nuevo vicepresidente de la República, en un personaje al que se atribuye responsabilidad en el auge de la delincuencia en el Estado que le correspondió gobernar y corresponsabilidad en la conformación de los señalados grupos de ataque del partido de gobierno.

En el otro renglón que colocaríamos como haberes, por lo que ellos representan en aclarar ante los ojos del mundo lo que aquí sucede y sobre la necesidad de activar definitivamente los mecanismos de apoyo a favor de la sufrida población de Venezuela, destacan acontecimientos en el exterior que contribuirían a trazar nuevas tácticas en la lucha que debe comprometer a todo el pueblo venezolano. Entre estos, debemos señalar el más reciente: el destape del caso relacionado con la venta de pasaportes, está destinado a llamar la atención de personalidades e instituciones, especialmente de la América toda, sobre el peligro que representa para la región un gobierno como el venezolano que facilita documentación a cualquier bicho raro que pretenda penetrar con claros fines perturbadores contra la paz de sus países. Porque si para el ex presidente Obama, el gobierno venezolano representa un peligro para la estabilidad de su país, la nueva denuncia, que  va más allá de altos funcionarios vinculados a actividades de corrupción, narcotráfico y lavado de dineros, constituye una nueva y seria amenaza contra la auténtica seguridad no solo de los Estados Unidos sino de la mayoría de los países latinoamericanos donde el pasaporte y otros documentos venezolanos permiten la entrada, tránsito y libre ejercicio de muchas actividades en ellos.

Igualmente, el reciente pronunciamiento del grupo de 34 congresistas de Estados Unidos, que logró el consenso de republicanos y demócratas, señalan una probable tendencia más contundente en la posición de ese país en relación con el gobierno venezolano;  y, a riesgo de que nos arrimen el mal usado mogote de “vende patria”, podemos considerar como muy importante en el proceso que nos corresponde transitar por la restitución de la institucionalidad de Venezuela, lograr el apoyo de los parlamentos y gobiernos auténticamente democráticos tanto de la América como de todo el mundo. Por eso es tan importante, retomar como en parte hacen en estos momentos diversos actores de oposición ante organismos y gobiernos del mundo, la gestión destinada a mostrar lo que realmente sucede en nuestra nación y activar el apoyo de los verdaderos países amigos para salir de la espantosa crisis que nos afecta.

Y es tanta la importancia de la visión que pueda tener la comunidad internacional en relación con lo que sucede en Venezuela, que es esta la verdadera intención del régimen venezolano de mostrarse ante el mundo como promotor en lo interno del cuestionado diálogo, con lo que solo busca “refrescar” su imagen política y obtener favores de las instituciones financieras para lograr recursos destinados a mantener el despilfarro que constituyen su forma de “gobernar”.

Ante todo este cuadro, solo queda plantearnos una vez más la necesidad de que la dirigencia opositora asuma, con la seriedad debida, la responsabilidad que le corresponde para lograr la verdadera unidad, como único camino para alcanzar los objetivos propuestos. Muy atrás deben quedar las posiciones antagónicas mostradas en público, que no podemos pretender erradicar de una manera tajante,  por tratarse de una condición natural de cualquier grupo conformado por seres humanos de distintos pensamientos; pero la nueva oportunidad, que nos permitimos aceptar con el proceso interno al que se somete la MUD en estos momentos de agudización de la crisis política, debe llamarnos a una honesta reflexión que nos permita evitar seguir incurriendo en los errores que nos mantienen estancados como fuerza real y avanzar por los caminos ciertos que nos señala la nueva realidad presente.