La renovada presión de EE.UU. sobre Venezuela ha generado expectativas en la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre si Donald Trump será la llave para aplicar la Carta Democrática, un proceso que podría llevar a la suspensión de Caracas del ente.
La nueva Casa Blanca dio esta semana tres pasos significativos sobre su política hacia Venezuela con la imposición de sanciones económicas al vicepresidente del país, Tareck El Aissami, por presunto narcotráfico; la petición de liberar al líder opositor Leopoldo López, quien hoy cumple tres años encarcelado, y la llamada a “restaurar un proceso democrático”.
En un comunicado, el Departamento de Estado pidió hoy “la liberación inmediata de todos los presos de conciencia”, el “respeto del Estado de derecho”, “la libertad de prensa”, “la separación de los poderes constitucionales” y “la restauración de un proceso democrático que refleje la voluntad del pueblo de Venezuela”.
El propio Trump pidió el miércoles en un mensaje de Twitter la liberación de López tras reunirse con su esposa, Lilian Tintori, en la Casa Blanca.
Esto se suma a las sanciones económicas impuestas el lunes a El Aissami, el cargo más alto del Gobierno venezolano sancionado por Estados Unidos, una decisión que el Ejecutivo de Nicolás Maduro consideró “inaudita e infame”, así como una “miserable agresión”.
Trump, quien durante su campaña no dio muchas pistas sobre su política hacia Venezuela, ha hablado del país en los últimos días, por separado, con los presidentes de Perú, Colombia y Argentina, según las informaciones oficiales sobre sus llamadas telefónicas.
En enero, el nuevo secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, prometió durante sus audiencias de confirmación en el Senado “urgir a la cooperación estrecha” con los “amigos” de EE.UU. en la región y con “organismos multilaterales como la OEA” para “buscar una transición negociada hacia un Gobierno democrático en Venezuela”
“Todo indica que el Gobierno de Trump está tomando una posición pública más dura con el régimen de Maduro que el Gobierno de Obama”, indicó hoy a Efe Michael Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano.
Republicanos y demócratas en el Congreso apoyan, según el experto, que EE.UU. adopte una posición más dura frente a Venezuela porque “cada vez están más preocupados por el deterioro de la situación en Venezuela y frustrados con el régimen de Maduro”.
La semana pasada, un grupo bipartidista de 34 legisladores envió una carta a Trump para pedir más presión sobre el Gobierno de Venezuela con la imposición inmediata de sanciones a funcionarios que están “beneficiándose con las violaciones de derechos humanos”.
Esa misiva fue el primero de una serie de movimientos que se han dado en Washington en las últimas dos semanas y que han devuelto protagonismo a la crisis venezolana en EE.UU., eclipsada durante el arranque de la Presidencia Trump por la crisis con México a cuenta del muro fronterizo.
El día en que se publicó la carta (8 de febrero), una delegación de la oposición venezolana se reunió con miembros de la Comisión de Política Exterior del Congreso de EE.UU. para “actualizar las acciones de presión internacional” ante “el agravamiento de la crisis política y social que vive Venezuela”, según explicó un portavoz opositor a Efe.
La misma delegación, encabezada por el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Freddy Guevara, se reunió el 10 de febrero con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, una de las voces internacionales más críticas con el Gobierno de Maduro y que más ha atendido a la oposición.
Almagro, en rueda de prensa con los opositores, anunció que actualizará el duro informe de 132 páginas sobre Venezuela en el que el pasado 31 de mayo concluyó que en ese país existe una “alteración del orden constitucional que afecta gravemente al orden democrático”.
Con su nueva evaluación, centrada en “los retrocesos” ocurridos desde noviembre, reabre, como pidió la oposición, el debate de la Carta, que no se movía desde junio pasado porque los países “preocupados” por Caracas -entre ellos EE.UU.- prefirieron dar una oportunidad a los varios intentos de mediación entre Gobierno y oposición.
“La clave” ahora, según varias fuentes diplomáticas consultadas por Efe, es si el Gobierno Trump quiere presionar a Caracas también a través de la OEA y decide liderar la búsqueda de votos (se necesitan 18 de 34) para iniciar el proceso de la Carta, que puede ir desde gestiones diplomáticas para “promover la normalización de la institucionalidad democrática” hasta la suspensión del ente.
“EE.UU. es el único que puede convencer a los países del Caribe que ahora se resisten”, indicó una de las fuentes, en alusión al bloque de naciones integradas en Petrocaribe, la iniciativa impulsada hace 12 años por Venezuela para suministrar combustibles a los países miembros con condiciones ventajosas de pago.
EE.UU., al que las alianzas tejidas por el chavismo en la región arrebataron su antigua hegemonía en la OEA, podría ser así el apoyo decisivo que necesita Almagro para avanzar con la causa en la que ha centrado hasta ahora su mandato: buscar una salida a la crisis política y social en Venezuela. EFE