El denominado Socialismo del Siglo XXI está muriendo. Tres de sus principales fundadores ya no están en este mundo. Fidel Castro, Hugo Chávez y Néstor Kirchner deben estar en la quinta paila rindiendo cuentas de sus fechorías. Dos prominentes miembros del club fueron defenestrados, acusados de corrupción: Manuel Zelaya y Dilma Rousseff.
Otros dos miembros de la cofradía, Cristina Fernández y Luis Ignacio Lula Da Silva, están siendo sometidos a juicio en sus propios países por haber participado en actos administrativos vinculados a la corrupción, para hacerse de sumas millonarias y ayudar a sus amigos y familiares a volverse ricos.
En Bolivia, Evo Morales ya fue advertido por la población para que no se presente en una nueva contienda electoral en búsqueda de la reelección. El Tribunal Supremo Electoral (TSE), informó que el “No” se impuso en el referendo celebrado en febrero de 2016. Morales quería reformar la Constitución para presentarse otra vez como candidato en los comicios de 2019, pero 51,3% de los bolivianos dijeron NO, frente al 48,7% que votó por el “Sí”.
El “indio” Morales ha hecho caso omiso al resultado del referendo y desafiando a todos los poderes públicos de Bolivia, las leyes y la propia constitución, ha dicho que volverá a ser candidato. Así son los defensores del Socialismo del Siglo XXI. Hacen con las leyes lo que les venga en gana. La utilizan como papel sanitario. Creen estar por encima del bien y el mal. Pero a Morales también le llegará su hora.
El próximo en la lista de los defenestrados del Socialismo del Siglo XXI, es Rafael Correa, Presidente del Ecuador. Correa asumió la primera magistratura el 15 de enero de 2007. Gobernó Ecuador durante 10 años. Ganó el 26 de noviembre de 2006 con el 56,67 % de los votos en segunda vuelta. Ganó el 26 de abril de 2009 en primera vuelta con el 52 % de los votos. Y ganó por tercera vez en 2013 con el 57,17 % de votos.
El todopoderoso Correa intentó buscar a un cuarto mandato, pero los tribunales ecuatorianos, en una clara demostración de independencia, se lo impidieron. Por esa razón tuvo que conformarse con imponer a un sucesor, Lenín Moreno, quien hace poco menos de 2 meses parecía invencible, y quien apenas alcanzó el 39.3% de los votos en la primera vuelta. El opositor Guillermo Lasso, logró un 28.1%. Detrás quedaron Cynthia Viteri (16,31%); Paco Moncayo (6,71%), y Dalo Bucaram (4,82%).
Según el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Ecuador la participación en la primera vuelta fue de 69.58%. El 60% de los ecuatorianos que salieron a sufragar lo hicieron contra el candidato de Correa. Moreno sacó 17.87% menos votos que Correa hace 4 años. Pero eso no es todo. El correísmo también perdió poder en el parlamento, donde apenas obtuvo 75 asambleístas de 137. En 2013, el partido de Correa obtuvo 100 escaños. Ahora tiene 25 menos. Habrá 62 parlamentarios no afectos al partido Alianza País en la Asamblea Nacional Ecuatoriana.
Las elecciones en Ecuador tienen datos muy curiosos: de acuerdo con el CNE ecuatoriano, en ese país hay 16 millones de habitantes, de los cuales 12.4 millones tienen derecho a votar. Esto resulta verdaderamente increíble. Ecuador debe ser uno de los pocos países del mundo (sino el único) donde votan ¡más del 78% de los habitantes!
La democracia ecuatoriana también tiene sus curiosidades: la nueva ley electoral promovida por Rafael Correa y su combo, establece que un candidato requiere del 50% más uno de los votos o, al menos, el 40% y una diferencia de diez puntos sobre el segundo, para proclamarse vencedor y ganar la Presidencia en la primera vuelta. La norma parece haber sido redactada para ayudar al correísmo a ganar elecciones: Lenín Moreno estuvo apenas a 0,7% de lograr el 40% y ganar los comicios.
Rafael Correa nunca ha sido santo de mi devoción. No sólo por el hecho de haber sido un lameculos de Hugo Chávez, sino también por ser un presidente autoritario, anti democrático, caudillesco, y protector de la narco guerrilla de las FARC. Hay gente que ya no recuerda que Raúl Reyes, el número 2 de las FARC, fue abatido en territorio ecuatoriano el 1 marzo de 2008. Reyes tenía un campamento con todas las comodidades en el sector conocido como Teteyé, a 1.800 metros de la frontera entre Ecuador y Colombia. Nunca me voy a creer el cuento de que Rafael Correa no sabía que ese campamento estaba allí.
Tras la muerte de Raúl Reyes, las autoridades dieron a conocer correos electrónicos de los principales jefes de las FARC donde daban cuenta de sus magníficas relaciones con el gobierno de Rafael Correa. “Atendimos visita del ministro de Seguridad ecuatoriano, y trae saludos de presidente Correa para comandante Marulanda”, decía uno de los textos.
Los emails de las FARC comprometían al Presidente Rafael Correa, a su ministro Coordinador de Seguridad Interna y externa, Gustavo Larrea, y a un militar reconocido como héroe nacional, el coronel Jorge Brito. Un mensaje de Raúl Reyes dirigido a sus compañeros del Secretariado, el 14 de octubre de 2006, aseguraba que la guerrilla donó cien mil dólares (65.000 euros) a la campaña electoral de Correa.
“Le transmití el saludo del Jefe y del Secretariado deseándoles éxitos en el día de las elecciones y la decisión de aportarles cien mil dólares, más la disposición de contribuirles con el llamado a la gente de la frontera a votar por ellos. De una vez le hice entrega del dicha cantidad al Coronel, quien emotivamente agradeció a nombre del candidato Rafael Correa… Amigos del Frente 48 hicieron una colecta de otros 300.000 dólares (194.000 euros) para la misma campaña”.
Por si todo eso fuera poco, están las denuncias del ex ministro de Hidrocarburos y ex gerente de Petroecuador, Carlos Pareja Yannuzzelli, que demuestran los altos niveles de corrupción de la administración Correa. En Youtube están los videos conocidos como “CapayaLeaks”, en los que el ex gerente de Petroecuador habla sobre la presunta red de corrupción que existiría en esa compañía y el rol del vicepresidente y mano derecha de Rafael Correa, Jorge Glas. Es muy difícil creer que Glas montara todo un esquema de corrupción para ganar dinero sin que Correa lo supiera.
Si los “CapayaLeaks” no son suficientes, para percatarse de lo corrupto que ha sido el gobierno de Correa, entonces es bueno darle una lectura al informe elaborado en diciembre de 2016 por Sung-Hee Suh, fiscal general asistente de la División Criminal del Departamento de Justicia de Estados Unidos, donde se afirma, entre otras cosas, que entre 2007 y 2016, justo en los primeros 9 años de la administración “socialista y revolucionaria” de Rafael Correa, la constructora brasileña Odebrecht sobornó a funcionarios del gobierno ecuatoriano a quienes entregó más de 35,5 millones de dólares. Es muy difícil creerse el cuento chino de que @MaschiRafael no supiera nada de esas coimas.
Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Nacional de Ecuador y antiguo colaborador de Correa, dijo a BBC mundo que “en lo político, Correa es un caudillo: no se fortaleció la democracia, por el contrario, se restringieron las libertades, se estableció un marco jurídico represivo y se golpeó duramente a los movimientos sociales que viabilizaron el triunfo de Correa en el 2006”.
Daniel Wilkinson de la organización Human Rights Watch, sostiene que “Correa no tolera la crítica (…) Lo ha hecho, por ejemplo, a través de juicios penales y civiles millonarios por difamación contra periodistas y directivos, así como la aprobación de una ley de comunicación que le otorga amplios poderes al gobierno para sancionar a medios independientes e influir en su cobertura”.
Ecuador tiene en sus manos la posibilidad de enterrar ahora y para siempre al correísmo y su nefasta manera de hacer política. El 2 de abril habrá segunda vuelta. Lenín Moreno, el sucesor de Correa, no es ninguna perita en dulce. El canciller Guillaume Long, informó hace algunos años algo que, por donde se le mire, se parece a la corrupción: el gobierno pagó, con recursos públicos, la estadía de Moreno y de su familia en Ginebra, donde vivió y trabajó para la ONU a las órdenes de Ban Ki-Moon.
Pero eso no es todo: a Lenín Moreno, según investigaciones del portal Focus, se lo vincula con oscuros negocios petroleros relacionados con contratos de servicios suscritos por el gobierno en 2012 en los campos petroleros Shushufindi/Aguarico y Libertador/Atacapi, con los consorcios (Shushufindi y Pardaliservices) liderados por las compañías Schlumberger y Sertecpet. El gobierno de Correa y Moreno anunció inversiones privadas por el orden de los US$ 1.685 millones que generarían ingresos superiores a los US$ 3.500 millones.
Tiempo después se determinó que la realidad fue otra, pues los contratos causaron pérdidas por US$ 216 millones, al tiempo que los consorcios favorecidos con los contratos se embolsillaron US$ 7.000 millones. Muy pocas personas en Ecuador creen que detrás de esos grandes negocios multimillonarios no estuvo la mano escondida de Correa y Moreno.
En América Latina y el Caribe, los ecuatorianos votaron en la primera vuelta por Guillermo Lasso, (37,79%) mientras que Moreno, se quedó con 28,36%. Debe ser porque los latinos ya nos conocemos muy bien el cuento chino del Socialismo del Siglo XXI. Los ecuatorianos que viven en Europa, Asia y Oceanía votaron por Moreno (42,21%).
Al igual que lo hizo Chávez en Venezuela, Correa montó un espejismo para hacerle creer a los pobres que trabajaba para ellos, cuando en realidad trabajaba para sí mismo y para sus amigotes. La denominada “revolución ciudadana” de Correa estuvo manchada de ilícitos y corrupción por todos lados. Los ecuatorianos pueden acabar con ese espejismo el próximo 2 de abril. Los tiempos de cambio ya soplan en Ecuador. Las fuerzas democráticas ecuatorianas deben unirse para derrotar al candidato del correísmo. Dios quiera y nuestros hermanos ecuatorianos no se equivoquen otra vez.
- 24 de febrero de 2017
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