Con los marcos rojos de las ventanas y la fachada negra de hollín, el edificio abandonado en Gongping Road sería uno más del Shanghai de antes de la Segunda Guerra Mundial si no albergara los recuerdos dolorosos de las “mujeres de consuelo”.
El edificio de dos plantas en ruinas es uno de los 150 lugares de esta ciudad china transformados en casas de “mujeres de consuelo”, que alimentaban un sistema de esclavitud sexual instaurado por Japón para sus fuerzas armadas desde los años 1930 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Quedaba una treintena en la ciudad, pero estos testigos silenciosos de la historia desaparecen por el rápido desarrollo urbano y la vacilación de las autoridades chinas, indecisas sobre si debe convertirlos en lugares de recuerdo.
“Todos estos lugares históricos son derribados poco a poco. Hay cada vez menos”, explica Bao Xiaqin, experto en las relaciones entre China y Japón en la universidad Fudan de Shanghai.
La mayoría de los historiadores estima que hubo unas 200.000 “mujeres de consuelo” asiáticas, esencialmente coreanas, pero también chinas, reclutadas por la fuerza en los burdeles del ejército imperial.
Hasta hace poco, las autoridades chinas ignoraban los llamamientos a preservar estos lugares y a recordar el sufrimiento de estas mujeres, una cuestión candente en las relaciones con Japón.
Un plan de desarrollo predestinaba el edificio de Gongping Road a la demolición, pero pudo salvarse en 2016 gracias a la intervención del historiador Su Zhiliang, quien llamó la atención sobre su pasado trágico.
La batalla no se ha ganado, matiza Su, quien ha emprendido una cruzada para que la pesadilla de estas mujeres no caiga en el olvido.
Cuando comenzó sus investigaciones en los años 1990, las autoridades le impidieron publicarlas.
“El gobierno chino no ha hecho lo suficiente. Es un tema relativo a los derechos humanos en tiempos de guerra, pero para mantener buenas relaciones con Japón, no nos ayuda lo necesario”, comenta.
Además de investigar, el historiador recauda fondos para las “mujeres de consuelo” todavía vivas, 17 de ellas identificadas en China, pero ninguna en Shanghai. Muchas quedaron relegadas al ostracismo al final de la guerra.
Un antiguo centro de “mujeres de consuelo” en Nankin, a 300 km al oeste de Shanghai, se ha transformado en museo.
Y Su obtuvo permiso para convertir la sala del campus universitario en la que conserva sus archivos en “museo”. En el exterior hay una estatua que representa a dos de estas mujeres: una china y una coreana.
China también publicó recientemente archivos oficiales sobre las “mujeres de consuelo” e intenta inscribirlas en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco.
“Para el partido comunista chino, el objetivo es presentar a Japón como una especie de paria de la comunidad internacional, tanto hoy como en el pasado”, comenta Edward Vickers, investigador de la universidad de Kyushu en Japón.
El auge del nacionalismo en China y en Japón, bajo el mandato del presidente Xi Jinping y del primer ministro Shinzo Abe, ha avivado la polémica.
Japón reconoció al comienzo de los años 90 la existencia de “mujeres de consuelo”, se disculpó varias veces y propuso pagar indemnizaciones.
Pero en enero, el primer ministro japonés pidió a Corea del Sur la retirada de una estatua de “mujer de consuelo” erigida delante de un consulado japonés y llamó a consultas a su embajador.
En un comunicado transmitido a la AFP, el consulado de Japón en Shanghai tacha de “extremadamente lamentable” la apertura del museo de Su y la instalación de la estatua en el campus.
El historiador está negociando con las autoridades de Shanghai la preservación de un edificio que, según él, albergó el primer centro de “mujeres de consuelo” para convertirlo en museo.
En el interior, en unos apartamentos poco iluminados y separados por paredes de madera, vive una anciana que ha oído historias sobre este edificio. “Cuando los japoneses llegaron hicieron lo que quisieron. ¿Quién podía controlarlos?”.
Información de InfoBae