Trasladan restos de Hipólita, Matea y Apacuana al Panteón Nacional

Trasladan restos de Hipólita, Matea y Apacuana al Panteón Nacional

restos de heroínas

Desde este miércoles 8 de marzo reposarán en el Panteón Nacional de Caracas los restos simbólicos de Hipólita y Matea, mujeres que participaron en la crianza de Simón Bolívar, juntos a la india Quiriquire Apacuana, que encaró el dominio de los conquistadores españoles. AVN

Estas tres mujeres representan la influencia de los pueblos africanos y originarios en el devenir histórico del país. Hipólita, por ejemplo, amamantó y crío a Simón Bolívar como un hijo más, para sembrar en él parte de los valores que alimentarían luego la gesta libertadora.

La mujer, oriunda del estado Aragua, acompañó varios de los combates librados por Bolívar en 1813: los enfrentamientos de Puerto Cabello, en agosto de ese año, y la Batalla de Araure, el 5 de diciembre. También, estuvo presente en los combates librados en San Mateo en febrero y marzo de 1814, reseña el historiador Carmelo Paiva.

Formación

Además de Hipólita, la negra Matea fue otra figura decisiva en la infancia y adolescencia del Libertador. Aunque ella solo le llevaba 10 años, fue pilar fundamental en la formación de valores del niño Simón al brindarle el afecto de madre y la complicidad de los amigos.

Gracias a ese vínculo, Matea siempre se mantuvo al lado de los Bolívar. Con ellos, vivió momentos históricos como la Batalla de San Mateo, en 1814; la partida física del Libertador, el 17 de diciembre de 1830, y el ingreso de los restos de él al Panteón Nacional, el 28 de octubre de 1876.

Apacuana, la primera mujer indígena en ser exaltada al Panteón Nacional, representa el espíritu de lucha. Respetada por su pueblo y por los indígenas Caribe, lideró la liberación de las tierras de Súcuta (actualmente Valles del Tuy y Tácata).

“La Quiriquire poseía valores y reconocimientos adicionales pues tenía la condición de Piache, una jerarquía significativa por su relación con las plantas, las deidades y los seres humanos”, expone el cronista de Los Teques, Manuel Almeida, en su texto “En Los Quiriquires la rebeldía tuvo nombre de mujer”.

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