La “soberanía petrolera” es de los enunciados provenientes de la semántica chavista de los que más se ufana el gobierno para insistir en que la fue liberada la patria de la explotación extranjera. Lo que ahora consideramos un discurso descarado, tiene la evidencia por escrito. Le voy a ahorrar el trabajo de ingresar a la web de PDVSA para constatar que ellos -el gobierno- se proclaman soberanos:
“Nuestra política petrolera se identifica como una política popular, nacional y revolucionaria, fundamentada en el reclamo y ejercicio del derecho soberano que tenemos sobre la administración del principal recurso natural de Venezuela, el petróleo. Bajo el marco de esta política el Estado venezolano se propone recobrar el control de nuestro recurso petrolero con el fin de devolverlo al servicio del pueblo de Venezuela y de la construcción del socialismo”.
No es una broma, esto es textual, aunque a usted y a mí nos genere tanta contrariedad y sí, rabia.
No podemos, por supuesto, quedarnos en la generalidad de la denuncia. El gobierno le está entregando el país a los rusos, está hipotecando nuestros recursos petroleros porque no tiene liquidez, se endeuda, firma hipotecas en cuartos oscuros, a espaldas del poder legislativo y está destrozando a PDVSA o lo poco que queda de nuestra principal casa matriz. La más reciente prueba de la nocturnidad contraria a los intereses del pueblo con la que actúa el ejecutivo, ya es materia de investigación en la Comisión Permanente de Energía y Petróleo. Se trata del traspaso de 23,3% de acciones de PDVSA a la empresa estatal rusa Rosneft, con lo que se aumentó su participación a 40% en la sociedad de la empresa mixta sin la previa aprobación de la Asamblea Nacional, y se conoció acerca del aporte de 500 millones de dólares por la adquisición de dicho incremento accionario. Y sobre el mismo caso, investigamos otro hecho grave, ambas empresas suscribieron un acuerdo de suministro de crudo, con varios pagos anticipados hechos por la estatal rusa en 2016, pero existe una seria incongruencia en los balances. Mientras PDVSA habla de 1.985 millones de dólares, Rosneft solo refiere un monto de $ 1.485, hablamos entonces de 500 millones de dólares de los que se nos debe una explicación. Pero aún más, ¿dónde está todo ese dinero? ¿cuál sería el uso que el gobierno le dio? A las pruebas nos remitimos también para preguntarnos si estamos ante un hecho de corrupción de dimensiones colosales.
Mientras hablemos de más de 40% de acciones de una empresa petrolera venezolana en manos de otros, la soberanía es solo un enunciado vacío y un mal chiste a la moral de todo un país.