Esta forma de gobernar sin asumir ningún tipo de responsabilidad sobre las consecuencias producidas por las acciones de gobierno. Las consecuencias se asumen como una no responsabilidad de lo que se hace, sino como el producto derivado de acciones en contra: ataques de la derecha, cerco imperialista, guerra económica, sabotaje de la ultraderecha. La banda en el poder se comporta como un grupo en resistencia, como si la situación que vive el país no tuviera nada que ver con ellos. Se esconden tras una fantasía paranoica de persecuciones de la “derecha” nacional y mundial que les sirve como permanente excusa de evasión de la terrible situación del país, cuya responsabilidad es exclusivamente del castro-chavismo-madurismo en el poder, es decir, de ellos.
Después de cuatro décadas de profesor universitario y porque el personal de izquierda que compone este régimen salió en buena parte de las universidades no me resulta difícil identificar el estilo con que el castro-chavismo gobierna. Tomaron el país de la misma manera como se hace una toma universitaria: sin ninguna responsabilidad por las consecuencias, es decir, los daños causados a la infraestructura universitaria, la perdidas de clases y sus costos asociados, el ejercicio ultratista de la política sin objetivos más allá de que con la destrucción institucional nacería la situación soñada.
El problema es que al trasladar este estilo al país las consecuencias han resultado catastróficas y espeluznantes, el ejercicio de una fantasía de los poderes renegadores del pueblo tal como se decía en los sesenta y setenta por la ultraizquierda universitaria ha resultado en 300.000 muertes violentas (en 17 años) en medio de total impunidad como consecuencia de un país sembrado de colectivos, paramilitares y pranes como formas de nuevas de organización y de empoderar al pueblo por el socialismo en el siglo xxi.
De la misma manera ha resultado la toma y expropiaciones de empresas, fincas, hatos, que ha generado una inmensa devastación de los sectores productivos, con la consecuente pérdida de riqueza que se expresa en un encogimiento del 20% del PIB en tres años, desaparición de miles de empleos y de oportunidades de trabajo para los venezolanos. La destrucción de PDVSA cuando se la coloco al servicio exclusivo del interés político del régimen sin ninguna consideración de los intereses nacionales, ha terminado en el endeudamiento escandaloso de la empresa y en su desmantelamiento operativo.
Estos resultados de crecimiento exponencial de la pobreza una vez desaparecida la ilusión de omnipotencia que daba un ingreso petrolero creciente, no es otra cosa que el resultado del gobierno de un régimen cuyos dirigentes no tienen ninguna idea de cómo gobernar para la creación de riqueza ni mucho menos crear una institucionalidad estable, así sea la que ellos imaginan. Basta recordar todas las ocurrencias de Chávez: desde la construcción de la democracia participativa y protagónica hasta el “socialismo del siglo xxi”, una cadena de fracasos monumentales. Y la razón de estos fulgurantes naufragios es muy simple de comprender, nadie puede construir nada sin tener al menos alguna idea de aquello que se quiere construir, y no me cabe la menor duda de que Chávez tenía pocas ideas de nada y esta banda que ahora nos desgobierna mucho menos.
Es por ello que a los venezolanos que queremos cambio que somos una inmensa mayoría debemos activarnos en el apoyo de alternativas electorales que nos permitan reencontrar el camino de la institucionalidad democrática y la senda del desarrollo económico.
Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog